El levante lleva soplando fuerte toda esta semana. El aire se rarifica, se enrosca, se enfría, como si presagiara peligros. Las sufridas ramas de los árboles urbanos aparecen orladas de aventureras bolsas de plástico, y algunos cadáveres de palomas vibran en las palmeras. Un balcón derrumbado llena aún de sus viejos cristales la calle, mientras se avanza por las desoladas avenidas como quien marcha al combate, quizás con el corazón encogido, y cierta excitación insulsa.
Imagen: Chaïm Soutine
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