Dennis Cooper
Sólo hay nuevos recodos en este túnel siniestro de la cotidianidad, y se sigue tomando aire en la espera de algún rastro de luz en la lejanía. Nos mantuvieron a todos bajo arresto domiciliario que respetamos obedientemente, y ahora nos animan a retomar una "nueva normalidad" plagada de contagios, por salvar lo que se pueda de la economía de servicios que es para lo que dejaron los políticos de nuestra partidocracia a este país, por conseguir, para ellos, su "homologación" con las partidocracias europeas.
Veo ahora a muchos de los que estaban sumisamente encerrados, hacer burla de la distancia de seguridad, y pasar de la mascarilla, ya que en la vita nuova que les concede graciosamente el gobierno les está permitido ahora volver a beber codo con codo en cualquier sitio, aunque la amenaza siga igual de presente, pues es en lo único en lo que parecían pensar. Me hacen pensar en el protagonista del cuento de Chéjov "Fiebre tifoidea" en el que éste, tras contraer la enfermedad y contagiarla accidentalmente a su hermana, que muere, siente la primera euforia de la recuperación al recobrar la consciencia para luego ceder "a la tristeza de cada día, y al sentimiento de una pérdida irreparable". Tal mera decencia humana parece faltar hoy día.