Édouard Chimot
Son los otros quienes mueren, no yo. Veo a mi madre, a la que hasta ahora he abastecido y visitado a distancia en su confinamiento, sentado a su puerta, y ahora que puede salir a la calle acompañada siempre por mí por sus acrecidos problemas de movilidad, es cuando tengo miedo, por ambos. Hasta ahora he repetido los gestos de asepsia y distancia social a rajatabla y de forma mecánica, lo que me ha valido el distanciamiento cordial de amigos que ya archivaron el problema; pero es la presencia de la vejez, de su desamparo y debilidad lo que me desarma. Si fuera verdaderamente amante de la filosofía, me prepararía para morir.
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