MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 13 de febrero de 2021

EL ÁNGEL DE LA GUARDA


 


Carl Larsson (vía Adventures in the Print Trade)


El ángel de la guarda, al que el Papa actual define como compañero de viaje, tiene mucho trabajo últimamente. No hace falta ser ducho en angelología para darse cuenta que este buen consejero -si existiere- se enfrenta a una dura realidad que dura ya casi un año, y que no tiene visos de terminar pronto. Esta sevicia vírica y virulenta provoca ansiedad, desaliento y cansancio. En lo que me toca, me siento a veces al borde del colapso emocional y físico, que las mentiras de la propaganda política (en gran parte en su negociado educativo) no hacen más que agudizar: Falsos "entornos seguros" los colegios son meros aparcaderos de jóvenes, abandonados a sus propios medios, recursos y buena voluntad de equipos directivos para contrarrestar el -evidente- riesgo de contagio, frente a la mentiras que venden a los súbditos los infames políticos de nuestra Partidocracia. ¿Objetivos del curso, si me preguntaran? -intentar- no infectarme, dado el sálvese-quien-pueda generalizado (sauve qui peut!).

Alumnos y profesores dan síntomas de agotamiento y de estrés postraumático: apatía o rebeldía, necesidad de desahogo armando alboroto o aplaudiendo de manera insensata, gamberradas, pérdida de concentración, depresión, ansiedad, fatiga a veces insuperable... 

Mientras, hoy, sábado de Carnaval, éste brilla por su ausencia. Muy poca gente por la calle; terrazas vacías, y falta casi absoluta de signos carnavalescos. Quizás la raigambre popular de esta fiesta era en realidad un tanto ilusoria, al no existir ni concurso de agrupaciones ni posibilidad de botellones callejeros por la pandemia, que era a lo que realmente había quedado reducido este festejo tan "gaditano". Se le encoge a uno el corazón, no por la inexistencia de disfraces, coplas y barullo alcohólico, sino al ver la cantidad de negocios y tiendas cerradas en la arteria comercial principal del centro de la ciudad. Un ambiente de desánimo y calma antes de la tempestad es lo que percibo por las calles en el amargo triunfo de esta Cuaresma anticipada.