Escucho de compañeros de trabajo que se van de Cádiz estos cuatro días de carnaval, algunos a la sierra, y otros fuera de la provincia, en busca de tranquilidad. No puedo disimular mi envidia, ante el espectáculo de cochambre urbana, y de graciosos profesionales y amateurs que me espera. Es cierto que se puede encontrar ingenio y chispa en chirigotas callejeras, pero no compensa lo de la fiesta obligatoria y oficializada por Junta y Ayuntamiento, con su falsa permisividad.
Y cuando pasen los carnavales de lo políticamente correcto, de los temas sacadas de los programas del corazón, y del silencio mayoritario ante los políticos locales y autonómicos si son de "izquierdas", vendrá la tediosa Semana Santa para obligarme a simpatizar con los iconoclastas.
Imagen: André Benamour
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