Pilar Quinteros
Las casas arden por dentro de angustia y de incertidumbre. Se encienden como si pudieran volverse caparazones de sus habitantes, y servirles de fútil protección para su navegación por las inciertas calles donde vagabundea, como siempre lo ha hecho por otra parte, la muerte invisible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario