MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor JOSÉ MIGUEL DOMÍNGUEZ LEAL

domingo, 15 de septiembre de 2019

HORIZONTE DE SUCESOS




Louis Philibert Debucourt



Esta semana previa al comienzo de las clases efectivas ha sido intensa. Las reuniones convocadas temprano me entorpecen ya el ir a nadar a la playa, aunque llego allí a las 8 de la mañana. La difuminación de unas rutinas es la antesala de otras. A esa hora, sólo estoy yo, y algún otro nadador o nadadora solitarios. Ya rayando las 9 llega el viejo de siempre, que espera que venga su amigo también viejuno, para meterse en el agua y emular en su inmovilidad balanceante a las boyas amarillas que orlan la playa como para una fiesta que nunca empieza, o para consuelo de las barcas que quedan fuera de su perímetro. Estas dos últimas ocasiones lo he dejado solo en la playa mirando a todas partes en espera del amigo ausente, y me acordaba de Pedro, el ochentañero gruñón -que también ha desaparecido desde mediados de agosto-, que decía que esos dos formaban parte de un grupo de 5, de los que 3 murieron este invierno. Ironías del feliz verano, que no escapa, como no iba a ser de otra forma, a los indicios de la muerte; asumiré ese relevo enojoso, aunque quizás sea yo el próximo en desaparecer de la costa, y de la vista de las indiferentes gaviotas que la pueblan ahora.

Por otra parte, en el instituto, la realidad se solidifica rápidamente, aunque los primeros días uno quiera imaginar que aún está en el linde del horizonte de sucesos del agujero negro docente; ya nada será igual durante 9 meses, y no habrá ni parto de los montes, solo un cansancio creciente que se sobrellevará como se pueda. Uno se encuentra así con los amigos y sin embargo compañeros, con el cínico caradura que hace lo posible por escaquearse, con el/la que hace que no se entera, o no se entera de verdad, con la víctima propiciatoria, con quien sólo piensa en el trabajo, y con quien sólo piensa en cómo librarse de él, con el egoísta indecente, y con el honrado profesional que lucha contra los vientos adversos de la normativa educativa y la burocratización creciente, sin pararse a pensar mucho en ello.

No es raro en este sentido que los nuevos compañeros que llegan te pregunten en voz baja cómo se trata en el instituto el tema de las competencias básicas, esenciales, o como quieran llamarlas en el futuro los mandarines pedagógicos de la partidocracia; suelen respirar con alivio cuando se les dice que, como en todas partes, no se sabe muy bien qué hacer con ese engrudo que evalúa procedimientos no conocimientos (como el manido "aprender a aprender"), y que acaba banalizando las áreas de conocimientos al obligar a todos los profesores, presuntos especialistas de una disciplina concreta, a evaluar todo ese batiburrillo infumable que haría las delicias de uno de esos escolásticos del sexo de los ángeles, que sólo pretende reducir los niveles y "facilitar el aprobado", primer mandamiento de las nuevas Tablas de la Ley que seguimos esperando.

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