Para la noche de este domingo al lunes está anunciado un eclipse total de luna, fenómeno que se produce con una frecuencia bianual, que coincidirá además con una llamada "superluna" o luna llena particularmente brillante al hallarse relativamente cerca de la Tierra en su órbita elíptica, y que recibe también el nombre de Luna Lobo en algunas culturas. El sufrir un eclipse total le dará además un tono rojizo, producido por una mayor dispersión de la luz azul del sol en la atmósfera.
El deseo de conocer las fechas de los eclipses y controlar el miedo ancestral que producen ha llevado a la Humanidad a desarrollar su conocimiento, como, por ejemplo, en la antigua civilización maya (objeto del minicuento "El eclipse" de Augusto Monterroso, donde hace burla de la pretendida superioridad científica occidental en este dominio) y en la griega, (véase el sorprendente descubrimiento de la máquina de Anticicera, artilugio mecánico destinado a cálcular eclipses y otros eventos astronómicos).
En la mañana de este domingo ventoso y desapacible, me pregunto si será posible ver algo de este fenómeno. Anteanoche, una luna envuelta en un brumoso halo me permitió ver sus manchas y su configuración rocosa. Recuerdo que en mi infancia aprendí que los presuntos habitantes de la luna se llamarían selenitas, de Selene, uno de los varios epónimos de la diosa Diana, a pesar de su imagen de astro inerme. Selenitas, venusinos, mercurianos, neptunianos, saturnianos, plutonianos, jupiterinos, uranianos... razas imposibles como las sacrificadas en el altar de nuestras guerras, objeto del poema de George Trakl.
Imagen: William y Frederick Langenheim, "Eclipse de sol", daguerrotipos, 01854, vía Art Blog
No hay comentarios:
Publicar un comentario