Umberto Boccioni
La calle prohibida vista desde los balcones de los aplausos tumultuosos a su hora, surgida primero espontáneamente y luego adoptada como consigna de obligado cumplimiento por el Estado de partidos que todo quiere controlar en su propio beneficio, y que así se olvide las penurias y contagios del mismo personal sanitario al que se quiere aplaudir, multiplicados por la corrupción e incompetencia de la casta partidocrática. Mirar a los vecinos de balcón, sentirse libres y unidos por unos minutos, jaleados por las inquietantes sirenas de los coches de la policía, para luego encerrarnos de nuevo en nuestras casas con nuestras propias miserias y soledad de obediencia debida.
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