L’amour est simple à définir, mais il se produit peu – dans la série des êtres. À travers les chiens nous rendons hommage à l’amour, et à sa possibilité. Qu’est-ce qu’un chien, sinon une machine à aimer? On lui présente un être humain, en lui donnant pour mission de l’aimer -et aussi disgracieux, pervers, déformé ou stupide soit-il, le chien l’aime. Cette caractéristique était si surprenante, si frappante pour les humains de l’ancienne race que la plupart – tous les témoignages concordent – en venaient à aimer leur chien en retour. Le chien était donc une machine à aimer à effet d’entraînement- dont l’efficacité, cependant, restait limitée aux chiens, et ne s’étendait jamais aux autres hommes.
– Extrait de « La possibilité d’une île » de Michel Houellebecq.
"El amor es simple de definir, pero se da poco en la serie de los seres. A través de los perros rendimos homenaje al amor, y a su posibilidad. ¿Qué es un perro, sino una máquina de querer? Se le presenta un ser humano, dándole por misión el quererlo, y por muy desagradable, perverso, deforme o estúpido que sea, el perro lo quiere. Esta característica era tan sorprendente, tan chocante para los humanos de la antigua raza que la mayoría -todos los testimonios coinciden- acababan por amar a su perro a su vez. El perro era, pues, una máquina de amar a efectos de entrenamiento, cuya eficacia, no obstante, quedaba limitada a los perros, y no se extendía nunca a los otros hombres".
En este extracto de su novela "La posibilidad de una isla" el autor francés Michel Houellebecq, vedette literaria cuyos atributos más prominentes han sido siempre el cinismo y la misantropía, hace una reflexión sobre su perro Clément, muerto poco antes a los 11 años, y del que hizo la estrella de una exposición que organizó en 02016 en París bajo el título de Rester vivant, "seguir vivo".
Por esa misma época hizo unas declaraciones al diario Le Figaro en las que afirmaba que "Clément a partagé ma vie. C'était un animal assez timide. Parfois, il restait enfermé derrière une porte pendant des heures sans appeler. Un humain ne ferait jamais ça, il crierait. Je trouve ça très émouvant, cette façon d'attendre, cette confiance. Le chien dépose sa vie entre vos mains. Il vous rend totalement responsable de sa survie. L'enfant aussi. Mais l'enfant n'a pas le choix. Le chien se donne librement. Il a une confiance totale. Les humains ne font pas ça." (Clemente ha compartido mi vida. Era un animal bastante tímido. A veces, se quedaba encerrado detrás de una puerta durante horas sin llamar. Un humano no haría eso, gritaría. Me parece muy conmovedora esta manera de esperar, esta confianza. El perro deposita su vida entre vuestras manos. Os hace totalmente responsable de su supervivencia. El niño también. Pero el niño no tiene elección. El perro se entrega libremente. Tiene una confianza total. Los humanos no hacen eso".
Decía también que su ateísmo no había sobrevivido a la muerte de su perro, como señala el autor del artículo, Sébastian Lapaque: "La mort de Clément a rendu moins certaine celle de Dieu. L'écrivain a envisagé de manière nouvelle l'éventualité qu'un autre monde soit glissé sous le nôtre - la possibilité d'une île éternelle. Clément attend-il Michel quelque part? Ce dernier s'est posé la question. «Je ne me définis plus comme athée, a-t-il confié au journal chrétien La Vie en 2015. Je suis devenu agnostique, le mot est plus juste.» (La muerte de Clemente ha hecho menos cierta la de Dios. El escritor ha contemplado de manera nueva la eventualidad de que otro mundo se deslice bajo el nuestro -la posibilidad de una isla eterna. ¿Clemente espera a Michel en alguna parte? Éste se ha hecho la pregunta. "Ya no me defino como ateo -confió al diario cristiano La vie en 2015- me he vuelto agnóstico, la palabra es más justa).
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