El verde, marrón y amarillo perduran al paso fugaz
del bus que atraviesa el paisaje del
atardecer laborioso.
La vida, y su máscara, el brillo de la
materia huidiza
que se alfombra en fractal alredor de un
viaje que es tiempo
más que espacio, el recuerdo de mil
otras rutas pasadas,
vivo en cuanto se deja verter en el
falso presente,
pasan y pasan, heraldos fallidos de lo
insondable.
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