MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

viernes, 9 de septiembre de 2011

DÍAS DE SEPTIEMBRE (I)

Septiembre se precipita en oleadas de tiempo furtivo e imperioso. Es el verdadero comienzo del año. Te reboza en proyectos, y en una perentoria estrategia de aprovechamiento numantino del propio tiempo si quieres hacerte la ilusión de que dispondrás de algún tiempo libre para tus modestos placeres: la lectura, la música, un meditativo dolce far niente... ¿para qué toda esta angustia arrasada? Será tanto el trabajo, la absorbente cotidianeidad ¿merece la pena pagar este precio por una ilusoria estabilidad y "saber estar" en tus delimitadas señas de identidad?

Cuanto más viejo me hago, más aprecio la llamarada fulgurante del instante, la emoción arrebatada, y me acongojan los proyectos contados en años, que son siempre cada vez menos.

La poesía me acompaña siempre en la antesala del sueño. La musito, la leo a media voz, la regurgito, dejo que me lacere o me deje indiferente, hastiado o transido. La poesía se sobrevive a sí misma. Ahí están los infieles editores que desoyen las instrucciones de los poetas difuntos, desde Virgilio a Cavafis. Cavafis eligió 154 poemas para ser publicados como su legado. Sin embargo, otros poemas no considerados maduros por el autor fueron publicados posteriormente. José María Álvarez en su edición de Cavafis para Hiperión publica todos estos poemas, incluso los preteridos por el propio poeta, como una capa añadida. Incluso éstos permiten alabar el buen criterio del propio autor. Veo en la selección de poemas de Cavafis una unidad basada en el orgullo de su pertenencia a una tradición cultural y lingüística, el helenismo, que se manifiesta en los poemas que se presentan como pequeñas estampas históricas ambientadas tanto en el mundo de la grecia clásica, como en el del período helenístico y bizantino. Jóvenes bellos y cultos, griegos, sirios, y alejandrinos suelen protagonizar estas miniaturas que resucitan un mundo perdido y arrasado por otros imperios, pero que ha conservado su esencia, ya desgraciadamente inublicable geográficamente, gracias a la sobrevivencia de la lengua griega, que ha mantenido su unidad a pesar de desastrosos factores exteriores, como la prolongada dominación turca. Esos mismos efebos son los protagonistas de los poemas homoeróticos en los que el poeta recuerda con a la vez amarga y dulce nostalgia su juventud, con su amada Alejandría siempre al fondo.

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