MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

domingo, 17 de febrero de 2019

GUERRAS Y RETAGUARDIAS





Esta semana fui con un compañero a ver la película Der Hauptmann, "El capitán", basada en la historia real de Willi Herold, un soldado alemán que en los últimos estertores de la guerra se hace pasar por un capitán de la Luftwaffe y encabeza un grupo de desertores, que se dedican al pillaje, (al modo de las bandas de nuestra guerra civil descritas por Manuel Chávez Nogales en su A sangre y fuego), y que incluso, apelando a una falsa autorización directa del Führer, obtiene el mando directo de un campo de detención de desertores donde se dedica a aplicarles la "solución final" con el beneplácito de los elementos locales del partido y la indiferencia burocrática de las autoridades judiciales. Detenido por la policía militar germana tras la destrucción del campo en acción de combate aliada, es levemente castigado en consejo de guerra, para ser posteriormente detenido por los ingleses, identificado y ejecutado como criminal de guerra. Me comentaba mi amigo que en las organizaciones humanas se dan esos casos de gente que da en presentarse como intérprete, portavoz o encarnación de ciertos principios u orden, y cómo para la gente es más cómodo seguirlos sin cuestionarse nada aunque el tal individuo los lleve al desastre, y los sacrifique en el altar de su propia soberbia.
Fuimos luego a un pub a tomar una copa. Allí me quedé unos momentos magnetizado observando a una chica de unos treinta años que estaba a escasos metros, sin que ella se percatara en absoluto de mi presencia. Me impresionó la elegancia y encanto de sus gestos, cómo movía de un lado a otro su ondulada melena hablando con una amiga, mientras brillaban sus ojos al par que esbozaba continuamente una media sonrisa sin dejar de mirar a ésta. Totalmente concentrada en una conversación aparentemente banal, se me antoja a posteriori una imagen de inocencia o de generosidad. Era San Valentín. Flechas de oro y de plomo. Vuelta a casa.
El viernes fui a ver a los amigos de la Asociación Astronómica M13. Tomando un café con ellos en una terraza me señalaron en el cielo deslumbrante de la media tarde un par de parhelios, que fotografiamos. Es verdad que ser consciente del cielo, te da una perspectiva diferente de cuando estamos, como en la mayor parte del tiempo, proni terrae, inclinados a la tierra de nuestros afanes y rutinas tal que los animales que no pueden erguirse.
Ayer sábado me lo pasé pendiente de los comentarios de grupos de whatsapp como si fuera un adolescente cualquiera colgado del móvil, que me robó el sosiego. Maldita técnica que facilita el trabajo de los que quieren tirar de uno como de un ronzal.


Imagen: Herbert Ploberger

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