Se acaba agosto, y septiembre, muro impalpable, se dejará atravesar como hacen los átomos invisibles. Con él morirá la ilusoria pausa del verano, y traerá, rencoroso, los afanes del trabajo redoblados. Sólo que uno ya no es el que era (si alguna vez lo fue, o dejó de serlo); las manos crecen agónicas hacia el futuro abovedado, y la cólera y la ansiedad me hacen señas antes de salir a escena; las fogatas arden en las orillas, entre músicas presentidas, y floto sobre las aguas bajo un cielo misericorde: las travesías de la noche son la pausa prometida, el lugar de la creación, y la sospecha, la cosecha de lo invisible. Hic sunt leones.
Ilustración: Tullio Crali.
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