MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

miércoles, 30 de diciembre de 2009

VACACIONES DE INVIERNO




En los primeros días de estas vacaciones que he estado enfermo en cama he revisitado las "Vacaciones de invierno" de José Manuel Benítez Ariza. El tiempo más laxo de estas vacaciones, que se expande por las costuras de la rutina, junto al recuerdo del Benítez niño recluido en el hospital -del que no debo excluir probablemente la autoconmiseración por mi estado-, me han llevado a revisar esta novela. En ella, Benítez Ariza narra un episodio traumático de su infancia (caída de una bicicleta a los 11 años con fractura de mandíbula, consiguiente operación y prolongada convalecencia en un hospital de Cádiz capital), que el autor recrea de una manera extraordinariamente evocadora. JMB tiene la notable habilidad de tomar los elementos huidizos y entreverados de sueños, propios de los recuerdos del llamado territorio mítico de la infancia, y conseguir aglutinarlos, fijarlos, secuenciarlos y ofrecérnoslos llenos de colores y matices en un vistoso super 8 literario (esas películas de super 8 que los niños de entonces veíamos entonces sobre sábanas, paredes blancas o cualquier superficie improvisada). Traigo a colación el símil del añorado proyector de super 8 porque otro de los logros de la novela es la evocación que hace JMB del paisaje infantil de entonces: los mádelmans, los triquitraques (que ahora me parecen casi un mantra al pronunciarlos), los soldados de sobre, los tebeos... Todo esto me ha hecho recordar mi infancia. No dudé en apuntarme, dentro de su clasificación de niños, a la segunda clase, la de los apocados (a la que había que añadir en mi caso el inri de gordito, y mi torpeza para el fútbol, lo que te convertía en un verdadero paria). Yo era un niño que no salía mucho de casa (para satisfacción de mi madre e indiferencia de mi padre), siempre rodeado de tebeos, y dibujos. Me llegó al alma su descripción del intercambio de tebeos al que yo era muy aficionado en la época. Imagino que JMB leería también el Guerrero del Antifaz, el Jabato, y a los superhéroes Marvel en los tomos blanquinegros de la editorial vértice. Aparte, empero, de los recuerdos que pueda traer a cada uno, JMB, dotado de una exquisita sensibilidad en lo personal y lo artístico, trasciende esta mera evocación de objetos y ámbitos preteridos, y construye una obra unitaria y trabada, que sabe conjugar la perfecta y detallada descripción de ambientes (el hospital que él siente latir como si fuera un organismo) con una sabia recreación de personajes. Así, consigue hacer inolvidables y entrañables el retrato literario de su padre y su "campechanía irresponsable", el del ambiguo celador Germán, y el del endiablado Javierito, así como el de la opulenta enfermera Lola, objeto de unos primeros interrogantes viriles. La interacción de estos personajes es fluida dentro de una trama que no carece de peripecias cautivadoras (como los paseos nocturnos del niño convaleciente o las aventuras en la sala de juegos) a pesar de que podría presagiarse inicialmente como estática. JMB ha reconstruido, en fin, un paisaje de su propia memoria, y nos lo ofrece para que lo guardemos en algún lugar de la nuestra. Creo que ya no podré estar en un hospital sin intentar reconocer a algún Germán, alguna Lola, o, incluso, a alguna vieja Maruja.
Feliz año 2010 a todos vosotros, amigos.

sábado, 26 de diciembre de 2009

LA VISITA DEL ÚLTIMO FANTASMA




Me había propuesto leer este año A Christmas Carol de Dickens por estas fechas, y lo terminé precisamente ayer, día de Navidad. Pienso que tras este clásico de Dickens nadie puede permanecer indiferente ante la Navidad, al haberse convertido en un logrado símbolo de su esencia. Esa "segunda oportunidad" dada al mezquino avaro puede parecer ingenua, gratuita y -si cabe la paradoja- irreal, pero creo que los tres Espíritus representan en el pensamiento de Dickens los recovecos ocultos de nuestra conciencia moral, a la que un recuerdo inesperado (asociado al pasado o incluso al futuro a través de las ilusiones frustradas) puede hacerla despertar aunque sea un momento. Hombre de una infancia soñadora -lo que puede explicar su regusto en la detallada descripción de la cena de Navidad y los juegos infantiles-, recorría las calles de Londres de noche (¡esas calles de Machen!) buscando inspiración, y confesó que había llorado y reído mucho escribiendo esta obra. Ciertamente, en ella son constantes la irrupción de su yo en la narración en tercera persona, y su genio literario, junto con una percepción -o mejor dicho, vivencia- íntima del "espíritu navideño"- hace que su escrito no caiga nunca en el sentimentalismo simplista (Se dice que una delgada línea puede separar lo sublime de lo ridículo).  Emociona su maestría en el manejo de la "ironía trágica" en la visita del última fantasma, el de la Navidades venideras: el lector se da cuenta desde el principio, mientras que el señor Scrooge no lo hace hasta hallar su propia lápida, de que ese difunto al que nadie quería y todos despreciaban a pesar de su riqueza, es él mismo. Scrooge, reformado, intentará trasladar ese espíritu navideño a todo el año, espíritu que no existe -y esa es otra gran lección (cristiana) del libro-, si no nos dejamos ilusionar como niños.
Frente a tanto Scrooge enemigo de la Navidad que hay hoy en día y que representan, desgraciadamente, los signa temporum, uno siente el deseo inveterado de felicitarles la Navidad tal como hacía siempre el sobrino de Scrooge con su tío, a pesar de sus comentarios desdeñosos, que en nuestros tiempos políticamente correctos quizás se traducirían en unas "felices fiestas de invierno".
God bless Us, Every One!

jueves, 24 de diciembre de 2009

POEMA NAVIDEÑO IMPROVISADO

Valga este poema que acabo de improvisar como una muy querida felicitación de Navidad para todos vosotros, amigos.



VIEJO BELÉN


Monto despacio mi viejo Belén

con sus figuras acurrucadas,

la Virgen, el Niño, las bestias, José,

que es lo mínimo que se despacha.

Para pastores no tengo lugar,

y para los reyes el hueco me falta.

Virgen y vaca pegadas están,

más una oveja que se colara.

José vigila con su candil,

-no ‘san’ José pues aún no lo es-

y enchufo la luz que está incorporada,

e imita un fuego de leña vivaz

sobre la madera conglomerada.

Mi corazón se llena de paz,

como si acaso participara,

al volver a encender esta luz,

en el Misterio que a todos nos salva.

lunes, 21 de diciembre de 2009

LA MÚSICA DEL NUEVO ROC


Soy amante del viejo ROCK, y, por eso, no me gusta nada el nuevo ROC. La única solución que ha encontrado la Casa de Discos para sacarnos de la cola de los 40 principales es convertirnos en rockeros de tercera. No me gusta que me quiten el control de mi instrumento. ¿Por qué tiene que haber otro, que no sabe tocar el mío, que me diga cómo tengo que tocarlo? ¿Me obligarán a tocar otros instrumentos? ¿Por qué tengo que rellenar cada vez más papeles para hacer mi música? Se le quieren dar al director de la banda poderes extraordinarios para sancionarme, si le parece, y, llegado el caso, a contratar a quien le venga en gana.  He estudiado muchos años, y no fue fácil entrar en la banda. Esto me parece engañar al público joven, que lo que necesita es escuchar mejor música, no la facilona que programan desde la Casa de Discos. No es de extrañar que ese público nos abuchee y nos tire cosas: presienten, en su aburrimiento, que esta gira es un camelo y que se les podría dar más. Recuerdo que cuando me metí en esto de la música, fue por amor a ésta y que esperaba obtener satisfacción y reconocimiento al transmitir el dominio del instrumento que había logrado tras largos años de estudio. Pensar en ello me parece ahora una burla, ahora que vivo temeroso de si envían a algún ejecutivo de la Casa de Discos para verificar que mis partituras se ajustan a lo que ellos consideran la música adecuada. Mientras, sólo prosperan los que no saben más que tocar de oídas, y sustituyen el arte por la hueca palabrería.
Si no os suena ni la letra ni la música, amigos, ahí va el manifiesto de unos que tocan mucho mejor que yo:

Los/as profesores/as de enseñanza secundaria abajo firmantes queremos expresar nuestra indignación y total rechazo al Documento de Propuestas para la nueva Organización de los Institutos de Educación Secundaria, Reglamento de Organización de los Centros, propuesto por la Consejería de Educación y presentado el 15 de noviembre en Málaga.

Nos llama la atención que hayan utilizado para el “debate” un borrador rechazado por la mayoría del profesorado. Aún nos llama más la atención la selección de participantes para el “debate”: cargos políticos de la consejería y sus delegaciones provinciales, inspectores, directores, gran número de orientadores y liberados sindicales, otros sectores de la comunidad educativa, y, para completar aforo, un exiguo número de profesores/as. Interesante y abierto debate, cuyas conclusiones podemos imaginar. Parece que se busca contentar a determinados sectores antes que responder a criterios profesionales y pedagógicos.
La organización de los Departamentos que se propone en ese borrador supone un abandono sangrante de los criterios científicos y académicos en los que se ha venido sustentando nuestra profesión desde hace muchas décadas. El agrupamiento de materias diferentes en un mismo Departamento no parece tener ningún fundamento pedagógico y supone una pérdida de nivel en la enseñanza, con el único objeto de suprimir la especialización del profesorado. Creemos que la existencia en los institutos de Departamentos de cada asignatura es enriquecedora para el alumnado y no un problema, como quiere hacer creer la Consejería. De hecho son muchas las vocaciones científicas e investigadoras, literarias, artísticas y humanísticas, que se han despertado en nuestros institutos a la sombra de esta división clásica e histórica de los saberes como para querer borrarlas de un plumazo.
Nos sorprende asimismo la denominación del Departamento “Cultural, Artístico y Deportivo” (parecida a la de algunas de las peñas recreativas culturales artísticas y deportivas repartidas por nuestra geografía andaluza) y la creación de un Departamento de “Formación e Innovación Educativa” en claro seguimiento y, a la vez en competencia, con las atribuciones de los CEPs.
Queremos enseñar y, en la medida de lo posible, contribuir a la educación de nuestros chicos y chicas pensando en su mejor futuro y en el mejor también de nuestra Comunidad Autónoma. Somos profesores y profesoras licenciados/as en nuestras especialidades y no burócratas, ni enciclopedias andantes, ni divulgadores superficiales de un pseudo saber. Por eso pedimos la retirada de esta propuesta que consideramos un paso más en el deterioro de nuestro sistema de enseñanza pública.

P.S.: Este manifiesto, firmado por 174 profesores de institutos de Cádiz capital (entre los que tengo el honor de contarme), fue publicado en el Diario de Cádiz el 22 de diciembre de 2009.


viernes, 18 de diciembre de 2009

BLOGÓMETRO


Hoy se cumplen dos meses y un día desde que creé este blog. Lo hice sin tener una idea muy clara de lo que pretendía, y, la verdad, es que sigo sin tenerla. Aún no me noto del todo "suelto", mas todo se andará. Me parece este medio un instrumento ideal para la satura en su sentido primitivo de mezcla de géneros y estilos. Si Petronio viviera en esta época creo que muy probablemente sería bloguero. Por otra parte, la fecha de dos meses se me ha quedado en la mente por los comentarios de J. M. Ridao sobre los dos primeros meses de vida de su blog "por estos andurriales". Y hace 46 días que instalé un contador de visitas que procuro que no me obsesione demasiado. No son muchas visitas, pero ya algunas acumulo, teniendo en cuenta que yo era muy conocido en mi casa a la hora de comer (y eso cuando voy). Procuro, por otra parte, ser un hombre metódico, y buscar un espacio cotidiano para el cultivo de este blog -sea siquiera para visitar blogs que me gustan-, lo que no deja de ir en detrimento de otras cosas, como mi tiempo de lectura.
En dicho tiempo, procuro mezclar la lectura de libros en español con la de otros escritos en las lenguas que conozco (no las diré para no resultar pretencioso), intentando no agobiarme demasiado con la pila de éstos que tengo pendiente, aunque, eso sí, si me prestan libros, me apuro en leerlos y los devuelvo sin rémoras. Estoy leyendo ahora una edición bilingue inglés-francés del Christmas Carol de Dickens que compré en París hace un par de años, y me está esperando una edición prestada de "Ortodoxia" y "El hombre eterno" de Chesterton en un solo volumen de Porrúa. Mi amigo tiene el libro lleno de anotaciones personales lo que le da aún más valor. Leí hace muchos años "Ortodoxia" en inglés, y pido a Dios que este reencuentro sea tan fructífero como en aquella primera ocasión. He llegado a una edad en la que me parece que las mayores sorpresas, 'temor y temblor' me la darán los libros. Así, el sopor nocturno me sorprende leyendo poesía. No pensaba concluir esta entrada con un poema pero ahí va:




LIBROS

Los libros que quedarán aquí cuando muera, los libros

que ya no veré volverse amarillos en mi librería,

se dispersarán, propiedad transmitida al túnel del tiempo

que no me toca. Sombra borrada de sus solapas

seré, envidioso de esa materia perecedera,

sapiente y silente imagen de lo que vivir esperamos,

cuyo destino, empero, creemos distinto del nuestro.

Difícil es, pues, pensar en otra vida sin libros.

Fuera del tiempo, la sabiduría fluirá de otro modo,

libre de tapas y de Babeles que historian al Hombre.




miércoles, 16 de diciembre de 2009

HOMO UNIVERSALIS (paradoja moderna -ficticia, claro está-)


Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer en un centro de enseñanza. Un profesor de guardia entra en un aula de ESO a la que ha faltado el profesor correspondiente. Los alumnos están haciendo diversas tareas. Una alumna le pregunta: "Profesor, ¿cuál es la diferencia entre lenguaje formal e informal?".
El profesor se queda pensando un momento un ejemplo que considere comprensible para la chica. Entonces, una compañera comenta: "Déjalo, no es de lengua".
El profesor se siente un poco picado en su amor propio, y da una explicación correcta en el acto. Desde ese momento, se dedica a ir de mesa en mesa ayudando a los alumnos con sus diversas tareas (inglés, sociales, lengua...).
Un grupo de chicas tararea la letra de una canción de moda contra el maltrato que le han dado en el Centro.
La chica que hizo el comentario del principio llama a su mesa al profesor. Éste acude solícito y la joven le señala con un largo dedo un ejercicio que dice: "Busca ejemplos de abuso de frases hechas en el texto". "Profesor -le pregunta la alumna-, ¿qué quiere decir 'abuso'?".

sábado, 12 de diciembre de 2009

LOS VISIONARIOS (II). TIERRA DE TARKOVSKI





"Cuando el cine no es documento, es sueño. Por eso Tarkovsky es el más grande de todos. Se mueve con una naturalidad absoluta en el espacio de los sueños; él no explica, y además ¿qué iba a explicar? Es un visionario que ha conseguido poner en escena sus visiones en el más pesado, pero también en el más solícito de todos los medios [...]", decía Ingmar Bergman en La linterna mágica (cit. por Antonio Mengs, Stalker, de Andrei Tarkovski.) Esas visiones de Tarkovski se traducen, necesariamente, en un tiempo -que intenta esculpir, como dirá él mismo-, y en un espacio que se convierte en metáfora de la inquietud. Todo esto se manifiesta claramente en sus películas Solaris y Stalker, donde la ciencia-ficción es un mero marco de referencia que el director soviético intenta reducir a su mínima expresión. Así, el océano pensante del planeta Solaris y la mutante Zona con su Cuarto de los deseos no son tanto lugares fantásticos como evocaciones simbólicas de dimensiones suprasensibles que  enmarcan difusamente la existencia fenomenológica, y en las que el hombre que intenta trascender las meras apariencias ubica el corazón del Misterio que lo rodea. Ahora bien, hay una clara -y genial- diferencia entre los espacios fílmicos de ambas películas. El océano de Solaris parece el feliz trasunto de un entorno edénico que el protagonista del film debe reconstruir. Éste, un científico encallecido y escéptico, al llegar a la desolada estación espacial se encuentra con la "replicante" de su esposa muerta que el océano ha creado. Esta experiencia le lleva, al hilo de la música de Bach entreverada de electrónica, a redescubrir un mundo de sentimientos relegados que le conducen a su infancia y al reencuentro en el recuerdo con un padre de quien vivió un progresivo alejamiento. La desaparición de la "replicante", símbolo de la fugacidad de Eros, lleva al protagonista, en su partida de la estación espacial, a desear "nuevos milagros", que el océano materializa en un islote al que llega y donde encuentra la antigua casa paterna. Las connotaciones religiosas no pueden ser más evidentes (hijo pródigo y padre-Dios), aunque mitigadas por necesidades obvias de autocensura. En cambio, el espacio mítico de Stalker es un territorio de dilucidación moral (el propio Cuarto de los deseos implica la necesidad de la elección y la instropección ética), donde los personajes deben enfrentarse al dilema de aceptar la existencia de ese "más allá" o de aferrarse a sus vidas pedestres. Los protagonistas -arquetípicos, llamados "el escritor" y "el científico"- se quedan, al final, a las puertas del Cuarto sin decidirse a entrar ante la desesperación de su guía en la Zona, el stalker, hombre sencillo y complejo a la vez, lleno de fe. Fe -y amor- se situarán, pues, en el centro de la creación artística de Tarkovski: "Estamos crucificados en un plano, pero el mundo tiene múltiples dimensiones. Somos conscientes de eso y nos atormenta nuestra incapacidad de conocer la verdad. ¡Pero no hay ninguna necesidad de conocerla! Amar es lo único necesario. Y creer. La fe es conocimiento con ayuda del amor" (cit. por Antonio Mengs, op. cit.)

ÚLTIMO DÍA EN SOLARIS

Dora el sol de la tarde las cúpulas espejeantes,

y me escamotea el amor el recuerdo de su mirada.

Entre reflejos y culpas recorro la nave en penumbra.

Lejos del cielo y la tierra espero nuevos milagros:

la redención de lo verde y azul, cenizas, palabras.

Vislumbro un islote que surge de este mar pensativo.

Cae la lluvia sobre los recuerdos, dentro de casa,

mientras rehago el sendero que me devuelve a mi padre.



EN POS DEL STALKER

Sigo al stalker por entre las luces distorsionadas

de este mundo mutante y acuoso que llaman la Zona.

A unos los hemos perdido tras un muro musgoso

que nos separó de improviso; otros desaparecieron

sin dejar siquiera el eco de su gemido.

Sólo quedo yo, y este guía algo simple

(sonríe ante puertas atroces, llora por desconocidos)

en busca del Cuarto que en medio –dicen- de tundras y ruinas

concede deseos a quienes la Zona permite acercarse.

Perdido, hecho sombra de lo que fueron mis ilusiones,

di el paso, ahora el solo camino me justifica,

puesto que ignoro qué balbuciré si llegamos al Cuarto:

No tuve siquiera el coraje de tener ambiciones,

ni la humildad con la que el perrito tirita de frío;

¡felicidad! ¿qué es? Valor y fe mejor me valdrían

contra el tedio desesperanzado del mundo de afuera.

Mi torpe Virgilio señala un recodo en el túnel astroso.

Debo estar preparado –me dice-, el final está cerca.







jueves, 10 de diciembre de 2009

CIBERNÉTICA Y ERRANTE



Inspirado en Bruegel y Gil de Biedma


Babel reinicia sus espejismos.

Las calaveras dentadas acosan

a hombres que blanden sus móviles víricos.

Revientan los inocentes en bolsas

que nunca oliscaran perrunos hocicos,

y corren los ciegos en torno a las fosas

bajo un cielo de peces henchidos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

LA CASA DEL PADRE

Me invitaron ayer a ver el piso que se acaban de comprar unos amigos. Es muy grande y da a la bahía, aunque necesita algunas reformas. Mientras comentaban los cambios que pensaban hacer, observé el aspecto de las habitaciones, que parecían haber sido abandonadas precipitadamente: había algunas bolsas de plástico con ropa y otros enseres, así como libros y revistas desperdigadas, alguna babucha desemparejada, unas gruesas gafas de miope en la cocina e incluso una muleta apoyada en uno de los huecos del salón. Lo cierto es que se me van los ojos detrás de los libros, y éstos parecían de los que pudieran encontrarse en un hogar medio español de los años 60 y 70, y que son carne de mercadillo en la actualidad. Esto, junto con el suelo de parquet, delataba la edad de la vivienda.
Podría parecer criticable dejar cosas abandonadas en la casa que uno desocupa, aunque hay que pasar por la experiencia para entenderlo. Hace unos años nos hicimos con una casa nueva para nuestra madre, y ésta dejó la que había sido la casa familiar durante mucho tiempo. A cada hermano le tocó apechugar con lo suyo y sus recuerdos. A pesar, pues, de un gran número de viajes de ida y vuelta, en el piso quedaron algunos objetos arrinconados, que nos resistíamos misteriosamente a tirar simplemente a la basura. Sentía que estos enseres, en su nimiedad, eran parte inherente de la casa, como si tuvieran su propia vida interior, y que debían correr su misma suerte. Ya partía el corazón verlos fuera de su lugar habitual como para condenarlos encima al contenedor. Se les habían adherido a estas cosas insignificantes algo así como las capas de una cebolla hecha de tiempo y memoria dispersa, cual último asidero de un pasado perdido para siempre, y que, uno, empero, se resistía a abandonar. Ciertamente, es una triste condena de esta vida tener que abandonar espacios en los que se ha condensado la memoria de tu existencia y cuya sola frecuentación suscitaba recuerdos recónditos. Sólo queda el alivio de reencontrar estos lugares reiteradamente en los sueños.





LA CASA DEL PADRE


Rinde la casa paterna sus secretos postreros,

la mudanza pasó: eventrados quedan sus huecos.

Desvencijados recuerdos, caleidoscopio del tiempo,

yacen por el suelo, sin dignidad ni concierto.

Al recobrar algunos parecen marchitos y ajenos,

flores de invernadero, fuera de su contexto.

Otras fotos y cartas a tirar no me atrevo,

aunque nostalgia me traigan de un pasado imperfecto.

Es otra puerta que se cerrará en mi vida. Remedo

perogrulladas. Papá, sólo vale guardar tu recuerdo.

martes, 1 de diciembre de 2009

PRO CANE: ELOGIO DEL PERRO

"No son más que máquinas", le dijo Descartes a Malebranche, creo, al escuchar los gemidos de una perra preñada que era apaleada. Imagino que ya en aquella época a cualquier persona que tuviera un perro como mascota le debía resultar difícil creer en el caduco universo mecanicista del filósofo francés. Quiero contar la historia de "Muñeca", que se ha convertido en Quequi o Keki. De cachorrito se la regalaron a uno de mis hermanos unos amigos suyos peluqueros para su entonces novia. La moda de la bonita cachorrita pasó pronto, y la perra terminó en casa de mi madre... y en la mía los fines de semana cuando ésta se va a visitar a este hermano que vive con su familia en otra ciudad de la Bahía. Yo nunca había sentido ningún interés por tener animales domésticos, pero ahora me sorprendo deseando que llegue el viernes para ir a recogerla a casa de mi madre. Es inevitable establecer con los animales una relación muy peculiar. Te deja desarmado cuando te mira con esa mirada suya tan fija y peculiar, como esperando la señal para que ambos demos el salto a Dios sabe qué, y te descubres a ti mismo hablándole como si esperaras que te entendiera (a veces se te antoja que lo intenta). Su fidelidad ciega y sus saltos de alegría cuando regresas a casa me conmueven, y provocan comentarios irónicos en mi compañera. No puedo evitar verla como otra puerta, muda, abierta a lo desconocido que nos rodea, y me lleva a pensar que lo que está abajo no deja de parecerse a lo que está arriba.




                    CANINA FE


Lento despertar. Mareado me siento. La perra

me mira, testigo de la realidad, esperando que cumpla

mi parte de lo pactado. Se estrecha contra mi pecho

como un fiel que busca de Dios certeza diaria;

la abrazo, y espero también que Dios exista y me quiera.




domingo, 29 de noviembre de 2009

BLÓGICA




Al parecer en las últimas convocatorias de algunos premios literarios, aparte de exigir que la obra presentada sea inédita, se añade la coletilla de que lo sea también en la Red. Esto, blógicamente, me plantea un dilema: ¿sigo o no colgando poemas míos en mi blog? El mismo buen amigo que me aconsejó crear un blog, me animó también a presentarme a concursos literarios. Presenté, pues, un libro de poemas titulado más o menos como este blog que leéis, donde incluía una selección de poemas anteriores a 2001, y los poemas que he escrito desde octubre de 2007, tras años de mutismo. Pero ya me estaba cansando de esto, y tras conocer los sucesivos fallos (un 90% de poetas ya reconocidos) me encontraba cada vez más cara de tonto por las mañanas en el espejo (J. M. Ridao lo ha expresado de manera magistral en una de sus "preguntas con respuesta": "¿Qué ganas presentándote a un premio sin padrino? Que te agarren to el pepino"). Vanitas vanitatum. Así, que me decidí a abrir este blog donde, con toda blógica, me proponía, básicamente, dar a conocer mis poesías, antiguas y recientes a quien quisiera leerlas. ¿Debo, insisto, dejar de colgar poemas aquí? Los poetas ya éditos que tienen blogs disponen, lógicamente y con todo mérito, de las vías tradicionales para publicar sus creaciones. Pero en mi caso, ¿no acabará convirtiéndose el blog, con una blógica implacable, en una especie de gueto dorado donde mirarse el ombligo? Tras mucho reflexionar, este pensamiento me parece iblógico, ya que siento que el blog te proporciona algunas recompensas inesperadas, como el ver que conectas anímicamente con gente antes desconocida como Paco, José Miguel y Aurora, y transforma tu rutina creativa de un modo insospechado (en el nuevo libro de poemas que escribo desde este verano, dividido en secciones, la última se llama así, 'blógica', y contiene los poemas que he compuesto desde que tengo abierto el blog, y que, blógicamente, podéis leer aquí). Concluyendo, pues, considero totalmente blógico prescindir de los concursos literarios, y hacer lo que me más me guste, pidiendo, en todo caso, y como se hacía en la comedia antigua, que aplaudáis al final si os gustó.



REENCUENTROS




Esta mañana he visto en misa a una mujer que no veía hace mucho tiempo (debo confesar, amigos, que soy católico y sentimental, aunque no marqués). Estaba en el coro junto a su marido y a los que creo que puedo identificar como sus hijos. Me sentí de pronto trasladado a mi adolescencia. Cada vez que veía a esa chica sólo sé que me daba un vuelco el corazón; estaba enamorado de ella. Sin embargo, nunca me acerqué a ella, por dos razones: mi honda timidez de la época, y el hecho de que casi siempre la veía acompañada del que ahora es su marido. No ha cambiado mucho de como la recuerdo, con su largo cabello rubio y su expresión risueña. Se me encogió el corazón y me puse a pensar que si la hubiera conocido entonces, me podría haber ahorrado quizás muchos tumbos y sinsabores posteriores (las relaciones tormentosas dejan cicatrices que, al igual que las físicas, molestan a veces con el cambio de tiempo). Este pensamiento me pareció luego fútil: quizás yo no hubiera sido capaz de hacerla feliz (¿cómo iba a hacerlo, si era incapaz de realizarlo en mí mismo?). No hace mucho, relativamente, que he vuelto a la práctica religiosa, después de muchos "años de peregrinaje". Tal vez no merecía ni una guía ni un ejemplo como esa chica. A medida que transcurría la misa empecé a sentir junto con la tristeza una extraña sensación de alivio que todavía no me puedo explicar. Acaso estaba delante de una lección de humildad para mi fe, que algunas veces siento que abrazo más como una bandera que como una fuente de vida. Al final de la misa, el marido, que dirigía el pequeño coro, dijo el número de un salmo para cantar. Fui uno de los pocos que cogió el librito y cantó con ellos (esa es otra, la actitud de muchos fieles: debo hablar en otra entrada de la magnífica película El silencio antes de Bach, en una de cuyas escenas se ve a Bach en su escritorio con un texto donde se leía: "cantar es rezar dos veces"). Era lo que debía hacer, lo único que podía hacer, salvo desear estrechar la mano de ese hombre.

jueves, 26 de noviembre de 2009

ENTRE AMIGOS




Estuve hace unos días cenando y tomando copas con unos amigos. Lo pasé realmente bien con la compañía, aunque, como otras veces, de vuelta a casa, me invade la insidiosa sensación de un no sé qué que me ha faltado. La amistad no es ciertamente la misma en las distintas épocas de la vida. Cuando haces amigos pasados los 30 siempre va contigo una barrera o rémora de intereses y rasgos inveterados de tu personalidad, una carga de "historia personal" que te impide abrazar apasionada e incondicionalmente al nuevo amigo. Hay una especie de zozobra y de pudor, como si temieras perder algunas de tus posiciones conquistadas en la construcción de tu ego. En plena juventud uno se entregaba sin condiciones -o casi-, pasabas horas o días enteros con el amigo intentando entre ambos invocar aspectos insospechados de la realidad en conversaciones al filo del abismo. Quien no haya conocido esa especie de vértigo no creo que pueda decir que ha tenido amigos, sino más bien conocidos. Como el buen vino, esa amistad madura, supera vicisitudes, incomprensiones, y mutuas miserias, y, al final, se presenta como un tesoro más fiable que el propio eros. Es algo que me parece que los amigos recientes no te pueden proporcionar por mucho que los aprecies o incluso los quieras, tal vez porque te falta esa perspectiva del tiempo que es verdaderamente la medida de todo lo que importa en esta vida.

martes, 24 de noviembre de 2009

ÚLTIMO DÍA EN SOLARIS



In memoriam patris

Dora el sol de la tarde las cúpulas espejeantes,

y me escamotea el amor el recuerdo de su mirada.

Entre reflejos y culpas recorro la nave en penumbra.

Lejos del cielo y la tierra espero nuevos milagros:

la redención de lo verde y azul, cenizas, palabras.

Vislumbro un islote que surge de este mar pensativo.

Cae la lluvia sobre los recuerdos, dentro de casa,

mientras rehago el sendero que me devuelve a mi padre.

lunes, 23 de noviembre de 2009

MÚSICA Y TOROS





Leo en el blog de J. M. Ridao que ahora duerme menos. Así, me veo yo ahora, al borde de medianoche, muerto de sueño, y, no obstante, con el "mono" de escribir algo. Esto del blog está cambiando mis hábitos, aunque no sé todavía calibrar cómo. La música, ciertamente, está llenando estos últimos días. Aprovecho la celebración del VII Festival de Música Española para asistir a conciertos que el resto del año no se programan en esta ciudad de provincias, mucho más pendiente de los siete toros que se le escaparon al Mr. Marshall de turno por poner burladeros de atrezzo (Cádiz no es Pamplona, ni encontrará quien lo cante). El domingo pude disfrutar del concierto que ofrecieron los hermanos pianistas Víctor y Luis del Valle. Gocé mucho viendo sus caras de embeleso y picardía interpretando a cuatro manos una sonata de Mozart, como atrapados en una infancia que resucita en el ambiente moroso y juguetón de un andante. Lo único malo fue que al ser gratis el concierto (con invitación), había gente que se ponía a hablar durante la actuación (la gente es desdichada -hacía decir Andrew Holleran a uno de sus personajes- porque ha perdido la capacidad de prestar atención-), o a beber y a comer..., pues si hay que pagar, aunque sea 12€, uno se encuentra en el Falla con menos de medio aforo, como esta noche. Disfrutad, si podéis, de esta música.

sábado, 21 de noviembre de 2009

LOS VISIONARIOS (I). EL CONCIERTO DEL FIN DEL TIEMPO

Es conocida, creo, la génesis del Quatuor pour la fin du temps ("cuarteto para el fin del tiempo") del músico francés Olivier Messiaen (1908-1992), una de las cumbres de la música de cámara de todos los tiempos. Prisionero de guerra en 1940 en el campo de concentración Stalag VIII A en Silesia, compone y estrena, gracias a la ayuda de un guardia melómano, su cuarteto en un barracón del mismo campo en enero de 1941 con otros músicos prisioneros y con instrumentos de fortuna, entre ellos, un desvencijado piano vertical en el que ejecutó Messiaen como solista. La obra estaba inspirada en el Apocalipsis, cap. X, y en ella resuena el canto de los pájaros, que Messiaen amaba con pasión como a una especie de avanzadilla celeste.



EL CONCIERTO DEL FIN DEL TIEMPO


o Visión alucinatoria del estreno mundial del Cuarteto para el fin del tiempo de Olivier Messiaen en Stalag VIII A en enero de 1941

Tempus erit non amplius (Apoc. 10, 6)


Hace frío y nieva con fuerza esta noche incipiente

fuera del barracón que nos hace la vez de teatro.

Los prisioneros ocupan las sillas. Puedo sentarme

no lejos de la primera fila, repleta de guardias.

Algunos ladridos lejanos protestan por el bullicio.

Veo el piano recto, de aspecto desvencijado,

como su fin esperando entre improvisados atriles.

Ya aparecen los músicos con uniformes de campo.

Destacan los fuertes aplausos, en pie, del guardia melómano

que al autor ha proporcionado lo necesario

para escribir su obra y llevarla esta noche a su estreno.

Contrastan la siempre afable expresión del violonchelista

con el huidizo perfil taciturno del violinista.

La viva mirada del clarinetista judío, que listo

parece a salir corriendo con su instrumento debajo

del brazo en cualquier instante, escolta al piano los pasos

del compositor. Recuerdo haberlo visto este otoño,

junto a la doble alambrada, atento al canto de pájaros,

exploradores audaces, que el alambre de espino

pulsaban apenas durante su vuelo vertiginoso.

Cierro los ojos. Escucho de nuevo su canto, que anuncia

un amanecer del dulzor del cristal. Sobrepujan los trinos.

Con la luz y el calor enrojecen por dentro mis párpados.

Nunca creí que así fuera a ser el día del ángel,

y del torreado arcoiris que el fin del tiempo señalan.

Desde la hondura abisal de los siglos el canto de un mirlo

se expande y modula en un dolor prolongado y rebelde:

Éste vive el secreto de un verano sin límite,

y trae sus primicias sobre el campo y sus presos.

El clarinete me hunde en la angustia de ese inconcebible

final, de esa liberación que sólo esperar no es dado.

Truenan las trompetas, y los arcoiris se comban.

“Ya más tiempo no habrá. -dice el ángel al coro de pájaros-

Nada será su abismo de muerte y pasión desolada”.

Abro los ojos. Percibo el frío de nuevo. La fiebre

tienta mis huesos. La eternidad, una pobre metáfora.

Siento que las estrellas se van apagando una a una,

al tiempo que este violín que por mi esperanza perdura.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

UTIEMBRE




En el ABCD de la semana pasada leo un poema del escritor italiano Daniele Gorret llamado Utembre, "Utiembre" que no me resisto a reproducir en parte (traducción de María José Calvo Montoso): "[...] Recuperarse es certeza, costumbre antigua. / Pero para los poetas hay un tiempo intermedio. / Ya que a los poetas les toca la dilación, ese placer moroso. / Hay una hornacina de hechos en el tiempo / guardados para quien del tiempo es amigo sensible. / A ese cubil hace tiempo que lo llamo utiembre. / [...] Así lo he querido escuchando a los poetas; / así desde hace años lo espero y lo cultivo".
Es como si Gorret hubiera encontrado una palabra exacta -privilegio de poeta- para definir ese tiempo más oblongo y misericorde al que me refiero en la entrada MAÑANA DE DOMINGO, y de cuya escasez y estado de sitio me quejo en TARDE DE VIERNES. Sí, somos amigos sensibles (sensibili amici) del tiempo; intentamos exprimir de él algo que a muchos está vedado, una vislumbre, una sospecha, una "raja entre los mundos" que decía el don Juan de Castaneda; alguna cosa que nos eleve, aunque sea un pobre instante, sobre la corriente de lo que fluye en tiempo, y en tiempo nos mide. Tenemos hambre del no-tiempo, y esta búsqueda a veces inconfesada me parece en sí una forma de redención.

sábado, 14 de noviembre de 2009

NOTICIAS DE ITALIA



He recibido un correo de Patrizia de Corso, una de las mejores especialistas en el autor renacentista Teófilo Folengo, de quien ha editado La Palermitana y cuya bibliografía mantiene actualizada en las sucesivas y meritorias ediciones de su Schedario Folenghiano. Mantengo correspondencia con ella hace varios años. Patrizia tiene la amabilidad de hacer reseñas en su Schedario de mis artículos, y le envié, cuando salió a la luz en 2007, un ejemplar de mi edición de la descripción de Verona de Torello Saraina, tema de mi lejana tesina. Ahora me anuncia que ha publicado una reseña sobre ella en el Giornale Storico della Letteratura Italiana. Estas recompensas no dejan de tener algo de pírrico. Siento mi actividad de investigador, a la que no puedo ciertamente dedicar mucho tiempo ni energías aunque quisiera, como eflorescencia de una vida paralela que otro yo estuviera viviendo por mí en una existencia quizás más cómoda e inane. ¡Tan alejada está de mi vida cotidiana como funcionario de la Educación Pública, tan complaciente con el mínimo común intelectual! Deviene, así, una especie de deuda inmotivada con algo que no fue, y que no deja de producirme cierta melancolía y encogimiento de hombros, junto a la conciencia de una ciega generosidad, como la del deportista que sigue dando al máximo a pesar de saber que ya tiene en sus manos la victoria o... la derrota.


POETA MINOR



Salió mi primer libro, bella edición de Torello Saraina,

sorpresa retrospectiva, y orgullo de un duro trabajo.

De mis poemas habría querido que fuera ese libro,

tercos supervivientes en cuadernos ajados

a olvidos, desprecios, crisis de baja estima, y mudanzas.

Quise ser poeta de joven. Adolescente,

llenaba cuartillas con poemas y cuentos. No había

necesidad de justificación para tales versitos.

Luego, sufriente, me volví hacia mí mismo. Cada

verso del afán de conocimiento nacía,

y del dolor de vivir. Perdí la confianza en mi suerte:

Ya no eran los versos destino sino más bien circunstancia.

La poesía volvióse diario, y largo silencio,

hambriento de amor y de normalidad. Zarpazos y besos

me han dado. Pero renace la vieja ansiedad y el deseo

de dejarse llevar y de ser instrumento de voces

que inédito parto son sólo en parte de éste que escribe.



viernes, 13 de noviembre de 2009

TARDE DE VIERNES


A veces uno siente la tarde de viernes como un espacio perdido, un tiempo desaprovechado. Terminas muy contento sobre las 3 de la tarde el trabajo, pero el cansancio te vence en la siesta, y te levantas sobre las 6, muchas veces desorientado. ¿Qué hacer? Es el vértigo de la libertad, que a tantos seres humanos disgusta. Casi sin darte cuenta son las 9 de la noche, y cae sobre ti el cansancio acumulado de una semana. Esa especie de "nuevo comienzo", como decía el protagonista de Apocalypto, se ve así frustrado. Lo mejor son las mañanas del sábado y el domingo, donde me dedico a lo que no hago durante la semana, y donde el tiempo parece darte un poco de tregua y se vuelve dulce la rutina (véase mi entrada MAÑANA DE DOMINGO). La tarde de domingo vuelve a ser un poco como la del viernes: aunque intentes apurarla al minuto, siempre subyace la melancolía del lunes recurrente. Ocurre, así, que nuestras rutinas se alían con la aceleración del tiempo vivido para crearte la sensación de que te están robando algo, de que estás haciendo el tonto no ocupándote de algo, de algo que no sabes muy bien qué es porque no encuentras tiempo para pensar en ello, y no te queda otra defensa que reticularte aún más ese tiempo, sobre todo si quieres leer libros todos los días... Aun así, la vida se escapa, supura por las rendijas de esta vida rutinaria, atada a un trabajo, a sus circunstancias, y a las servidumbres de nuestra condición de seres en espacio-tiempo... y quizás por eso sentimos la poesía como una mano abierta en el vacío...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

RUE SAINT-JACQUES

A veces la memoria más desgarrada exige escenarios y ámbitos que alivien su pena, y esta reconciliación de espacios y tiempos diversos sólo la puede ofrecer la poesía...





RUE SAINT-JACQUES




La fría noche de ese noviembre en París atería

las luces del alumbrado público. Un hombre se mete

en la acristalada cabina de France Télécom, y, de pronto,

suena el teléfono de la caja metálica. El hombre

duda un momento, y descuelga el auricular. Una ansiosa

voz masculina pronuncia un nombre que femenino parece.

El hombre le aclara el error, y la voz, azorada, le pide

disculpas, y, por favor, le pregunta si no tiene cerca

de la cabina una chica rubia, como de treinta.

El hombre amablemente le dice que no. La cansada

voz le explica que había quedado en llamar a la chica

al número de esa cabina, siguiendo sus indicaciones.

Mientras escucha, el hombre ve, sin mirar, su contorno:

A su izquierda, la esquina de Abbé de l’Épée con sus piedras

frías y ajenas. Sobre su misma acera, a poquitos

pasos, la recoleta iglesia tan bella en la Pascua;

a su derecha, cruzando la calle, vislumbra las luces

del restaurante de la esquina, jamás visitado,

la panadería artesana, y la floristería de sobrias

rosas y cincelados pétalos. “Es extranjera”

-dice la voz- “vive en rue Saint-Jacques, ¿de allí queda lejos ?”

El hombre responde: “no, señor, no se encuentra muy lejos”.

La voz vacila, como si algo fuera a pedirle.

Breve silencio. El hombre escucha lo que le parece

gemido y adiós macilento. “Adiós, señor”, le responde,

y mira perplejo el teléfono, como si calculara

cuánto le tomará olvidar el suceso, y un número

marca con la seriedad decidida del parisino.





martes, 3 de noviembre de 2009

BRINDIS A UNO MISMO




No dejo de sentirme incómodo cuando alguien que no conozco me llama por mi nombre de pila. No acabo de encajar esa falsa intimidad intrusiva, me pone en guardia. Recuerdo que cuando estaba en el colegio los chicos nos llamábamos por el apellido, incluso cuando nos peleábamos ("lo llamé por su nombre, y su mal nombre", decía el poeta modernista). Ahumada, Ponce, Alvarado, Roldán, Retamosa, Gutiérrez, Díaz, Morales... parecíamos una escuadra de Hernán Cortés. De muchos de ellos no recuerdo el nombre propio, -"propio", extraña expresión, ¿no les es acaso tan propio el apellido?-. En los recreos los chavales se entregaban a juegos brutales (el magüiti, el zafo, el contra, el hombre inmóvil, formar una fila de tíos inclinados, agarrados por la cintura, y apoyada en la pared, sobre la que iban saltando tíos hasta que se hundía...), pero luego en las clases se estaba a lo que había que estar. Cuando estábamos en 8º de EGB íbamos en clase de plástica al instituto de bachillerato adscrito, y nos quedábamos embobados como pipiolos viendo a aquellas chicas de pantalones vaqueros ajustados y largas melenas sin mechas... de ellas sí nos interesaba averigüar el nombre de pila... En la actualidad, hay ocasiones en que me siento extrañamente aliviado cuando me llaman por el apellido: el quiosquero, antiguo amigo de mi padre, que me saluda: "Domínguez, ¿cómo estás?"; el compañero de trabajo que, bromeando, me dice: "Que no te enteras, Domínguez", demostrándome más afinidad que cuando me saluda por las mañanas como "José Miguel"; el otro compañero que, un día que me hallaba "depre" me interpeló en una guardia diciéndome: "Domínguez, tenemos grupos de cubrir", y que extrañamente me levantó el ánimo para todo el día. Me gusta perderme en la marea mediana de los Domínguez, y sentirme el humilde eslabón de una cadena inmemorial que me sobrepasa. Un brindis, pues, por aquéllos que continúan viviendo de alguna manera en mí, y sobre cuyos hombros me siento reconfortado.

jueves, 29 de octubre de 2009

ALUCINACIÓN LECTIVA



Esta tarde salí con la cabeza como un bombo del instituto después de "gestionar" -como dicen los pedantes- una última clase de cerca de una treintena de 'preadolescentes' en ebullición. Después de una breve siesta dada para ver si me recuperaba del dolor de cabeza, me despierto oyendo en la radio que el ministro del ramo propone elevar la edad de escolarización obligatoria hasta los 18 años. Mi primera reacción fue pensar cuántos años me caerían si me colara en el ministerio con una metralleta y me cargara a los que se han cargado, a su vez, la enseñanza pública. Tras recobrar la serenidad, vi que esta medida demagógica, que sólo pretende atenuar temporalmente las cifras del galopante fracaso escolar y del paro juvenil, convertiría a los centros, -"guarderías levemente informatizadas" a decir de la extraordinaria Mercedes Rosúa, cronista privilegiada de la destrucción de la enseñanza española. Con tres palabras definió la vida española desde la Transición, "tiempo de chantaje"-, con su carga de objetores escolares a partir de los 14 años, en auténticas ollas a presión de inviable manejo. ¡Convertir nuestro ya raquítico bachillerato, el más corto de Europa, en un 5º y 6º de ESO, a mayor gloria de la funesta LOGSE-LOE del centenario partido! Dicha ley, que copió el modelo de la "escuela comprensiva" cuando ya estaba demostrando su fracaso en Inglaterra, obliga a escolarizar juntos por edad a los alumnos, sin permitirles a éstos opciones o itinerarios adaptados a sus intereses, que ya están en gran medida claros a los 14 años, condenando a muchos al hastío, y al resto a la tiranía de los boicoteadores de aula ¡Generaciones sacrificadas en el altar de un dogma pedagógico! Y ahora que me llamen 'segregador' y 'elitista' algun@s de es@s grotescos hombres-anuncio de ideologías liberticidas que se pasean por los centros: La realidad es terca, y tenemos, por primera vez en la historia de España, una generación que cuenta con menos titulación que la anterior.
Ahí va un pequeño poema en desagravio:



ALUCINACIÓN LECTIVA

A José Hierro

Sombra hormiga,

dudosa cortina,

rareza del viento

ensortijado.

Carnaval violento

entre épicas de silencio.

Hay hambre de rima

¡Ja!

y un tedio enamorado.



miércoles, 28 de octubre de 2009

JUDIT Y HOLOFERNES

Me precio de tener como amigo a Javier Molina, gran pintor, gran profesor y gran persona. Haber vivido juntos épocas difíciles nos hizo desarrollar una profunda camaradería que trascendía nuestras diferentes visiones del mundo. He aquí un poema inspirado en su cuadro homónimo, que tengo el honor de poseer:





               JUDIT Y HOLOFERNES



Onda pura rosada la piel de Judit en el lecho,

donde husmea un gatuno y gris Holofernes, perdido

por montuosos meandros que otean pezones sagrados.

Animalesco caudillo, guerrero ahíto de sangre,

busca el calor femenino donde se salve su savia,

ciego al hierro que anida bajo su presa adorada.

martes, 27 de octubre de 2009

NUEVO MERCADO CENTRAL EN CÁDIZ

Ayer hubo una jornada de puertas abiertas en el mercado central reformado. Tras bastante tiempo de obras han vuelto las gaviotas al tejado de éste. Ya no tienen uno a dos aguas como antaño




sino una superficie lisa, que no sé si les resultará más cómoda, o, en todo caso, indiferente. Ya echaba algo de menos a estas criaturas inquietantes que te sobrevuelan con absoluto desparpajo, como pasando de tu condición de rey de la Creación. Ésta es ya, lo sé, una foto para la nostalgia de los más "gaditas". Primero, llegaron Derribos Arias e hicieron el gran estropicio:
,



Y dejaron un espacio bastante agoral:





Pero como en Cádiz no hay ninguna escuela peripatética, estos caballeros siguieron con su ansia babélica,




hasta culminar su obra con un toque de jardín zen:




La verdad es que ha quedado bastante bonito, y todavía no se ha dejado notar ninguno de esos "artistas de la calle" que deja su marca como perro que levanta la pata... Bueno, espero, en todo caso, que después de tanta foto ningún desagradecido me considere un "mirón de obra" más...

viernes, 23 de octubre de 2009

NOCHES DE CÁDIZ





Entre mediados de los años 80 y comienzos de los 90 la noche gaditana tenía unos itinerarios muy precisos, que recorríamos con rutina de via crucis. Recuerdo algunos locales como el "Andova", de mis primeras salidas con los amigos, y que albergaba a los más "modernos" de entonces, otros de  vida más longeva como el "Cómic", el "Jopo de topo", y otros que han cambiado recurrentemente de nombre y ambiente en Cádiz centro. Entre las luces de neón, la música y las miradas cargadas había cierto sentimiento de soledad y futilidad que no llegaba a ahogar del todo, por muy bien que terminara la noche. El primer poema me sobrevino en el "Búnker", local de estrecheces heroicas, y el segundo en un bar situado un poco más allá en la sempiterna calle Manuel Rancés, donde andamos a refugiarnos de la policía. Uno, que ya ha dejado de frecuentar la noche, sólo lamenta haber perdido de vista a la inmensa mayoría de los noctámbulos de entonces, a los que me sentía unido por cierta solidaridad misteriosa, y que no han sobrevivido, en la memoria del día, a la caducidad de la tramoya que albergaba nuestra presencia.

PUM PUB 


En el pub panza arriba

la dirección de las botellas

ilumina el paisaje,

y las copas invierten su pasado.

Atónitos, los guapos

espían su dorada soledad.


 
CARGA POLICIAL EN MANUEL RANCÉS


Gaditana que cantas “fanfarrones”

mientras cargan de noche en una calle

de bares y de luces maquillada,

tu dulce voz me abstrajo del tumulto:

Perdona el homenaje de quien hace

de la vida palabras.

jueves, 22 de octubre de 2009

RECUERDO DE LEYRE



Ha muerto el padre Plácido, nombre de religión de Miguel Gil Imirizaldu, tras larga y penosa enfermedad en el monasterio de Leyre, donde vivía. El padre Plácido vio publicada hace 3 años su Un adolescente en la retaguardia. Memoria de la guerra civil (1936-1939). Este libro me impresionó profundamente en su día por la viveza de su testimonio y sus recuerdos: con 15 años al comenzar la guerra civil, el joven novicio, superviviente del asesinato de los monjes que formaban la comunidad del monasterio del Pueyo (Barbastro), narra cómo consiguió sobrevivir en zona republicana ejerciendo diversos oficios (cocinero, camarero) para las fuerzas que lo "liberaron". Sorprende la objetividad y comprensión -tan extrañas a los herederos actuales del odio desfogado en esa guerra- con que narra todas estas vicisitudes, que sólo pueden provenir de un auténtico perdón. En momentos dados expresa su admiración por la fuerza de convicción de los anarquistas que recorren los pueblos de Aragón, y describe los estragos cometidos por ambos contendientes. Recuerdo sus noches pasadas al raso bajo las estrellas huyendo de bombardeos y tropas, y sus esfuerzos por seguir estudiando latín. Hace un par de veranos visité el monasterio de Leyre, y me interesé por conocer al padre Plácido; me dijeron que estaba muy enfermo, recibiendo constantes cuidados y en un estado semiinconsciente, así que no insistí, y me dediqué a recorrer la belleza agreste de esos lugares, y a aprovechar el recogimiento de la convivencia con la comunidad de monjes durante unos días para aclarar mis ideas, que falta me hacía. Descanse en paz el padre Plácido.

martes, 20 de octubre de 2009

RAZONAR A DIOS





Últimamente doy gracias a Dios cuando termino un libro, por lo que me haya enseñado, y pensando quizás también en que sea el postrero, dado el sentido de aceleración del tiempo que uno experimenta a medida que se va haciendo más viejo. De este libro de José Antonio Sayés, que pensé al principio que no iba a terminar, me han calado su concepto de la postmodernidad (superación negativa y relativista de la modernidad como carcoma de los pilares de la razón), y su idea de que la razón humana puede darnos pruebas de la existencia de Dios (lo que imagino que otros refutarán), pero nunca con una evidencia experimentable, que deja en el campo de la libertad humana la elección o no por Dios. Un poco frecuente maridaje de erudición, y de sencillez y claridad expositiva, propio de quien parece dispuesto a remangarse los puños de la camisa y a "hacer el ridículo por Dios".

TARDE DE CERCO





¿Qué ocultan los balcones soleados?

Sonríe la blancuzca verja ahora.

Nada trasciende de los edificios,

mundos intemporales, confortables,

fondo falso de la memoria atada

al descubrir en torno lo prohibido:

El almacén cerrado y sus negados géneros

obviaron la rutina de la elección creciente.

sábado, 17 de octubre de 2009

IMPRESIONES Y POEMAS


Siguiendo los consejos de un buen amigo, me he decidido al fin a crear mi propio blog. Los que seáis un poco cinéfilos habréis reconocido en mi foto de perfil a Anatoli Solonotsyn (el Escritor) acercándose al Cuarto en la maravillosa Stalker de Andrei Tarkovski. Me siento, así como él, algo angustiado al aproximarme a una técnica y a un formato nuevos para mí. No obstante, al igual que esta extraordinaria película espero que me ofrezca siempre nuevas sorpresas y lecturas. He aquí un pequeño homenaje:



EN POS DEL STALKER



Sigo al stalker por entre las luces distorsionadas

de este mundo mutante y acuoso que llaman la Zona.

A unos los hemos perdido tras un muro musgoso

que nos separó de improviso; otros desaparecieron

sin dejar siquiera el eco de su gemido.

Sólo quedo yo, y este guía algo simple

(sonríe ante puertas atroces, llora por desconocidos)

en busca del Cuarto que en medio –dicen- de tundras y ruinas

concede deseos a quienes la Zona permite acercarse.

Perdido, hecho sombra de lo que fueron mis ilusiones,

di el paso, ahora el solo camino me justifica,

puesto que ignoro qué balbuciré si llegamos al Cuarto:

No tuve siquiera el coraje de tener ambiciones,

ni la humildad con la que el perrito tirita de frío;

¡felicidad! ¿qué es? Valor y fe mejor me valdrían

contra el tedio desesperanzado del mundo de afuera.

Mi torpe Virgilio señala un recodo en el túnel astroso.

Debo estar preparado –me dice-, el final está cerca.