MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

domingo, 24 de febrero de 2019

LUNA DE NIEVE




La superluna es el fenómeno astronómico que se produce cuando nuestro satélite se encuentra en su perigeo, su fase de mayor cercanía a la tierra En febrero recibe, entre otros, el nombre de luna de nieve por las condiciones metereológicas del hemisferio norte. Me ha resultado un tanto huidiza esta semana, no por ella, sino por todos los frentes que he tenido abiertos, pero al fin la he podido observar. Febrero es un mes extraño, cajón de sastre, desgracia de los cumpleaños, patria de sueños bisiestos. En lo crudo del invierno a veces entreabre sus visillos a la primavera, y acoge incluso luz del aún distante verano.

He vivido, y estoy viviendo días de zozobra, pendiente de los mensajes de Whatsapp, y de últimas novedades. Veo que una organización en la que creía firmemente se escora en su cúpula hacia intereses ajenos, lo que amenaza su colapso, algo con lo que no pienso colaborar.

Se han convocado finalmente votaciones en nuestra partidocracia, que se haya por otra parte, a través de sus medios de comunicación de masas, en perpetua campaña electoral. Convocar votaciones generales, europeas, y autonómicas en una sola fecha hubiera, sin duda, ahorrado dinero al súbdito contribuyente, pero como la casta política, por su propia esencia estatal, es enemiga y abusadora de la sociedad civil, convoca en dos fechas distintas para que los partidos puedan gastar el 100% del máximo establecido por la Ley para esa campaña, y, un mes después, puedan usar el 100% del gasto máximo fijado para esa segunda fiesta de la pseudodemocracia, gastos todos subvencionados por el Estado en el que anidan los partidos de este régimen oligárquico. Por otra parte, los diputados tendrán derecho a una llamada "indemnización de transición" por disolución de las cámaras.

Las dos noticias aludidas son síntoma de la inexistencia del principio de representación, propio de la democracia formal, en nuestro régimen de partidos. El partido, cuyos cargos electos integrados en listas que sólo representan al jefecillo que las crea y que luego el votante se limita a refrendar, saca del Estado en el que se ha instalado, pues aquél no forma parte de ninguna sociedad política intermediaria entre sociedad civil y Estado, una cantidad ingente de dinero que proviene de los bolsillos de los súbditos a los que luego se quiere presentar como protagonistas de esas farsas electorales de las que tantos viven, quienes, incluso, aspiran a ser indemnizados en los periodos de interregno, pues de ninguna manera tienen conciencia de representar a los electores de un distrito; al contrario, esperan cobrar de una estructura de poder integrada en el Estado y que ha secuestrado la actividad política.


Imagen: Andrew McCarthy

domingo, 17 de febrero de 2019

GUERRAS Y RETAGUARDIAS





Esta semana fui con un compañero a ver la película Der Hauptmann, "El capitán", basada en la historia real de Willi Herold, un soldado alemán que en los últimos estertores de la guerra se hace pasar por un capitán de la Luftwaffe y encabeza un grupo de desertores, que se dedican al pillaje, (al modo de las bandas de nuestra guerra civil descritas por Manuel Chávez Nogales en su A sangre y fuego), y que incluso, apelando a una falsa autorización directa del Führer, obtiene el mando directo de un campo de detención de desertores donde se dedica a aplicarles la "solución final" con el beneplácito de los elementos locales del partido y la indiferencia burocrática de las autoridades judiciales. Detenido por la policía militar germana tras la destrucción del campo en acción de combate aliada, es levemente castigado en consejo de guerra, para ser posteriormente detenido por los ingleses, identificado y ejecutado como criminal de guerra. Me comentaba mi amigo que en las organizaciones humanas se dan esos casos de gente que da en presentarse como intérprete, portavoz o encarnación de ciertos principios u orden, y cómo para la gente es más cómodo seguirlos sin cuestionarse nada aunque el tal individuo los lleve al desastre, y los sacrifique en el altar de su propia soberbia.
Fuimos luego a un pub a tomar una copa. Allí me quedé unos momentos magnetizado observando a una chica de unos treinta años que estaba a escasos metros, sin que ella se percatara en absoluto de mi presencia. Me impresionó la elegancia y encanto de sus gestos, cómo movía de un lado a otro su ondulada melena hablando con una amiga, mientras brillaban sus ojos al par que esbozaba continuamente una media sonrisa sin dejar de mirar a ésta. Totalmente concentrada en una conversación aparentemente banal, se me antoja a posteriori una imagen de inocencia o de generosidad. Era San Valentín. Flechas de oro y de plomo. Vuelta a casa.
El viernes fui a ver a los amigos de la Asociación Astronómica M13. Tomando un café con ellos en una terraza me señalaron en el cielo deslumbrante de la media tarde un par de parhelios, que fotografiamos. Es verdad que ser consciente del cielo, te da una perspectiva diferente de cuando estamos, como en la mayor parte del tiempo, proni terrae, inclinados a la tierra de nuestros afanes y rutinas tal que los animales que no pueden erguirse.
Ayer sábado me lo pasé pendiente de los comentarios de grupos de whatsapp como si fuera un adolescente cualquiera colgado del móvil, que me robó el sosiego. Maldita técnica que facilita el trabajo de los que quieren tirar de uno como de un ronzal.


Imagen: Herbert Ploberger

domingo, 10 de febrero de 2019

FEBRILIDAD




El catarro y la gripe han marcado el fin de la semana pasada y el comienzo de ésta. Recluido en casa, he vivido una especie de suspensión en el tiempo. La rutina del trabajo interrumpida, y adobado de soledad, tomo conciencia del fino hilo del que depende la cordura. Estuve, además, viendo los capítulos de la primera temporada de una teleserie americana, True detective, que ha empeorado este estado de ánimo perverso. Uno de los atormentados protagonistas se sitúa al margen de la realidad convencional, siempre al filo de la navaja de su síndrome postraumático de exinfiltrado de Narcóticos, y filosofa y divaga sobre la fatal circularidad del tiempo (Nietzsche barato) mientras investiga los crímenes rituales de un grupo de pedófilos sudestadounidenses. Todo esto sucede mientras leo de noche As I lay dying de Faulkner, novela basada en la técnica del monólogo interno o "corriente de conciencia" (ya de un color de época muy ajado) situado en el mismo ambiente. He estado varias veces a punto de dejarla, pero me he propuesto terminarla leyéndola a la velocidad del pensamiento de los protagonistas que Faulkner pretende reproducir. Tal cosa me pasa porque decidí hace algún tiempo que fuera el azar el que determinara los libros que voy leyendo de mi biblioteca, veteada de libros en alemán, griego, inglés, italiano, y latín.
Lo que es normal para mí para otros no lo es. Cada día ganado a la muerte es una victoria. Al fin, el desenlace de la serie es forzado, introduciendo con calzador y en un entorno sórdido la reconciliación del personaje aludido con lo trascendente, al ver éste "la luz al final del túnel" en la guarida del asesino, desenlace destinado, a la postre, al gran público, y yo vuelvo a la calle y al trabajo como la nave espacial que sale al espacio a exponerse a la radiación libre de los rayos cósmicos, sabiendo que si no hay verdaderas ataduras, no hay necesidad de sumisión.
En la calle, ¡ay! me volví a encontrar con la marea creciente de los chaquetones, anoraks, y abrigos acolchados con capucha, que podría ser el uniforme ideal para las castas inferiores imaginadas por Aldous Huxley en su Brave New World, hasta tal punto muestra el adocenamiento, la uniformidad y falta de variedad de modos de vida y pensamiento de una sociedad que vive sometida, en este caso, a las estrategias de venta de las compañías textiles que aumentan sus beneficios utilizando así las mismas cadenas de producción para la ropa deportiva y la de línea.


Imagen: anónimo, colección ABCD, vía Art Blart blog.

domingo, 3 de febrero de 2019

ÁNGELES CAÍDOS



Ricardo Bellver, "El ángel caído"




Ron Pippin, "El ángel del arco"




Ron Pippin, s/t



Igor Mitoraj, "El ángel caído", Pisa.



Aurelio Teno "El ángel caído", Córdoba


La caída es una características esenciales del ser humano según varias religiones. Un ser sometido, pues, a las leyes del mundo físico, y a los procesos biológicos que desembocan en la muerte. La única salida es rechazar a ese ángel caído que engañó a la Humanidad sometiéndola a la finitud. En la representación plástica de éste los artistas, escasos, han pasado de una atormentada representación a una más maquinal o anticuarista en el que el Caído asume rasgos de obra de la Antigüedad clásica mutilada y normalizada al estilo winckelmanniano. Asepsis de lo demoníaco.