MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 27 de septiembre de 2014

HÉROES DE OCASIÓN



El mercadillo de los domingos en Cádiz tiene puestecillos de las más diversas cosas: sellos, quincallería variada, casetes, ropa, dvds, juguetes astrados, o simplemente basura emergida; pero hay algo que no falta en casi ninguno y eso son los libros, batallón de desertores o diáspora irredenta de estanterías o muebles que estuvieron llenos de ellos en los años 70; casi todos, pues, pertenecen a esos decenios de los 60 y 70, aunque hay algunos más antiguos y también más modernos. Allí están así, dando testimonio de la cultura literaria de una época en la que el libro era un valor de prestigio, si se quiere burgués, pero que existía doquiera. En cambio, la nueva decoración minimalista al uso, de largos tableros color bengué no parece compatible con esta tropa de papel vulnerable a la humedad y al polvo, todo lo más con los insípidos libros de gran formato y papel couché que aparecen las fotos de los catálogos.
Los tebeos eran los hermanos menores de esta banda, y hete aquí que pude hallar hace unos días una remesa de tomos de la Editorial Vértice, que poseía en los años 70 los derechos sobre los cómics de la Marvel. Cuando yo era niño existía un comercio de intercambio de tebeos que te permitía devolver el comprado y cambiarlo por otro. Quizás esa era la razón por la que no conservaba ninguno, aparte de esa cauterizante costumbre de mi madre de arramblar cada cierto tiempo con los tebeos que se guardaban en una alacena de mi casa. Fue una gran alegría, pues, encontrarlos, y poder comprarlos. Uno se da cuenta de hasta qué punto su percepción del cómic Marvel estaba condicionada por estas ediciones en blanco y negro con grandes viñetas (retocadas, y, muchas veces, mutiladas respecto al formato original), de suerte que cuando me encuentro con ediciones fieles al original no me acaba de gustar ese color ácido de las ilustraciones. La edición de Superhéroes que publicó el periódico El Mundo hacia el 2003 era un homenaje silente al formato libro en blanco y negro de la Editorial Vértice, aunque lejos de la belleza de las portadas que López Espí creara para estas tiradas. Gloria, en fin, a esta parte de infancia recuperada, la consuetudinaria patria rilkeana.











sábado, 20 de septiembre de 2014

RENTRÉE




La vuelta a las clases es un pequeño cataclismo para el que nunca se está preparado del todo; en una semana se consuma el paso del ilusorio idilio vacacional consigo mismo a la sobreexposición al otro en forma de compañeros, jefes y alumnos (sin hablar de las compañeras, jefas y alumnas, pero como yo no creo en la ideología de género las doy por entendidas). Vuelven los vértigos, las secuelas del estrés, como hueras guadañas o espadas de Damocles gravitacionales, la fuerza de la voluntad que intenta sobreponerse a esos mareos que en la correosa madrugada te mal llevan por la acera, y el piloto automático del coraje que une pone cuando, por fin, se halla delante de sus alumnos, y se crece, porque, durante esa hora, todo parece tener sentido, o al menos, continuidad.


Ilustración: Karl Hubbuch.


sábado, 13 de septiembre de 2014

"MADAME BOVARY" DE GUSTAVE FLAUBERT




"Había en él un romántico que encontraba la realidad ramplona, y un realista que encontraba el romanticismo huero, y un artista que encontraba a los burgueses grotescos, y un burgués que encontraba a los artistas pretenciosos, y el todo estaba envuelto de un misántropo que encontraba a todo el mundo ridículo"; así describía un crítico la personalidad del autor de Madame Bovary, obra que, como señala Jacques Suffel en su prefacio a la edición de Garnier-Flammarion de 1966, "aportaba a la pintura de los seres y de las cosas un realismo totalmente nuevo, que no se parecía al realismo, teñido de romanticismo, de un Balzac o de un Stendhal. Además, bajo su aparente impasibilidad, Flaubert pintaba las costumbres de su tiempo con una ironía despreciativa, casi insultante".
Creador de la novela de análisis psicológico, Flaubert construye asimismo un obra de arte limada palabra por palabra; arte despiadado, como se ha sugerido, en la pintura de caracteres. De tal suerte, su descripción de la progresiva corrupción moral de la joven campesina con la cabeza a pájaros de sus lecturas románticas en esposa adúltera, y el retrato del lerdo marido bienintencionado e ingenuo frente a los egoístas amantes es implacable.
La misantropía de Flaubert aflora en su meticuloso desapego de sus criaturas, y sus infortunios. Así, no se concede a la protagonista en el trance de su suicidio por deudas ni un atisbo de heroísmo, siguiendo marcadas sus motivaciones por el egoísmo, el autoengaño, y el desprecio a su familia. El moroso relato de la agonía, el duelo y las exequias de Emma, sirven al autor para cosificar a la protagonista, resaltar la inutilidad de su sacrificio, y apuntar su postrera corrupción. Corrupción física y moral que provocará desde ultratumba la ruina final del viudo y su hija, cuando éste intente mantener el tren de vida familiar anterior ("Elle le corrompait par delà le tombeau"), y descubra, finalmente, las pruebas de los adulterios, hundiéndose en una depresión fatal propia de los enamorados incapaces de aceptar la realidad cuando ésta contradice la construcción ideal que han hecho de la persona amada.
La obra, en fin, provoca aún una profunda desazón al lector sensible, a pesar de los ríos de literatura y cine que han corrido desde la publicación de la novela sobre el argumento del adulterio, y es una prueba más del carácter genial y liminar de la creación de Flaubert.