MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 28 de junio de 2014

HÖLDERLIN



Denn mein Herz gehört den Toten an!

"Mi corazón pertenece a los muertos", dijo el poeta;

el mío no tiene siquiera sustancia que ser transmitida.

Los muertos egregios son literatura, espejo de cuervos,

y honra de horas petrificadas en vaso de cieno.

En cambio, mi yo vagaroso se queja del mínimo mundo,

de sus certezas de voces unánimes hacia la nada.


Ilustración: Gianni De Conno

sábado, 21 de junio de 2014

VIAJE A NANTES (IV)


Dispersas y chocantes por Nantes como muelas de oro se muestran algunas antiguas casas bretonas, con su peculiar arquitectura.




Puntúan así la caprichosa horizontalidad de las edificaciones de la ciudad, de cimientos inestables arrebatados al río.


Estos rústicos supervivientes del pasado llamaron también mi atención en la capital bretona, Rennes, donde estas edificaciones perecieron en un incendio en el siglo XVII, salvo un pequeño número concentradas en un pequeño reducto, y allí permanecen como imprecisa promesa de lo inefable.




sábado, 14 de junio de 2014

SUB SPECIE AETERNITATIS




La iglesia en Pornic estaba vacía, y un tanto ajena al pausado ajetreo de aquel pequeño puerto turístico. Sobre los bancos se reflejaba la luz filtrada por las vidrieras, creando, a mi antojo, una ensoñación caleidoscópica, un aleph acuático a modo de catalizador de recuerdos. Estuve largo rato contemplándolo, hijo pródigo de la tierra de lo rememorado, la patria que se construye, y a la que se quiere volver, a medida que se la inventa, y se le da forma, como en aquella iglesia: imágenes de mi infancia acudieron, vislumbres, transportes, perplejidades. Allí estaba yo, pasable fiador de la propia memoria, pequeño príncipe de lo extático no compartible, aguardando que aquellos turistas abrieran la puerta, y me expulsaran, indolentes, de mi reino abismático.
  

sábado, 7 de junio de 2014

VIAJE A NANTES (III)


La isla de Versalles, terreno artificial creado en 1837, y ocupado originariamente por curtidores y carpinteros navales, fue transformado a partir de 1983 en jardín japonés. La composición de las rocallas y cascadas se articula en torno a tres edificios inspirados en el hábitat tradicional nipón. La frondosa vegetación de la isla artificial contribuye a separar y aislar su capricho estético del entorno urbano, al que une un parvo puente. Es, ciertamente, un remanso de paz, muy visitado, como vi, por jóvenes artistas para tomar apuntes del natural, y por otros jóvenes dispuestos a tomar el sol, y a ensoñar, quizás, con esos mundos semiacuáticos a que parece volcar a sus habitantes las ciudades costeras de tradición marinera.