MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 28 de febrero de 2015

ANTE LA TUMBA DE TORELLO SARAINA EN VERONA

Gracias al magno filólogo decimonónico Theodor Mommsen pude averiguar la fecha de fallecimiento de Torello Saraina (8 de mayo de 01550), y gracias a él y a otros autores locales pude saber de su sepulcro en la iglesia de san Fermo Maggiore de Verona. Según las noticias, dicho sepulcro, extante, descansa sobre dos toros (alusivos a su nombre) y bajo una inscripción honorífica encargada por la ciudad. Dediqué así una parte de mi última jornada en Verona con mi mujer a visitar dicha iglesia, digna de por sí de ser visitada, pues cuenta con una estructura doble, casi especular, dado que existe una iglesia exterior, que mezcla elementos góticos, renacentistas y barrocos, y otra subterránea que conserva su antigua estructura románica. En la entrada de la iglesia pude comprobar la veracidad de las afirmaciones de nuestro amigo Silvano Bassi sobre la ignorancia de los veroneses sobre su pasado, pues el vendedor de los tickets no supo decirme si existía todavía dicha tumba, y en qué parte de la iglesia. Entramos, pues, buscando cualquier elemento taurino en el templo (¡curiosa búsqueda!), y mi sorpresa fue enorme al encontrar en la parte izquierda de la única nave, junto al altar erigido por Saraina a sus expensas en 01523, su sepulcro, los toros y la inscripción en un estado de conservación que mis perspectivas más optimistas no podían imaginar. Fue muy emotivo apoyar la mano sobre el frío mármol, y darme cuenta de que ese gesto representaba una manera de reconciliarme conmigo mismo, de aceptar mis propios méritos después de tantos años de zozobras y peregrinación interior. Luego, visitamos la iglesia inferior, a la que se accede por una angosta escalera cerca del altar, y sobre el mismo plano izquierdo. La belleza del rojo sobre la piedra, tan primigenio, tan rupestre si se quiere, me dejó transido, y deseoso de volver.

















































sábado, 14 de febrero de 2015

LA PORTA LEONI


Tras dejar la Porta Borsari, Saraina y sus amigos se encaminan a la Porta Leoni, en dirección sureste. Ésta se hallaba ya semiderruida en época de Saraina. De esta puerta doble sólo ha sobrevivido la mitad izquierda, compuesta de un arco con un tímpano, tres ventanas, y en la parte alta un ábside semicircular, flanqueado por columnas corintias. Este monumento, junto con la porta Borsari, debe fecharse entre la segunda mitad del siglo I d.C. y la época Flavia. Fueron realizados, muy probablemente, por iniciativa municipal, para adecuar las entradas de la ciudad al nuevo gusto y a la magnificencia del Imperio. Sobre las descripciones presentes en el monumento puede verse mi edición de la obra de Saraina, pp. 89-91. Dicha obra recoge una serie de grabados de Giovanni Carotto que recogen detalles de las fachadas interior y exterior, y un alzado idealizado de las mismas.







Cuando llegué con mi mujer al final de una concurrida comercial, vimos lo que quedaba de la puerta doble, incrustada en la esquina de una pequeña calle, donde se introducían sin pudor los vehículos, poniendo en peligro la integridad física del despistado observador, angustioso buscador de un ángulo óptimo de contemplación, y atento a no caer en las excavaciones anexas del antiguo recinto amurallado.