MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

viernes, 31 de marzo de 2017

EL MAREMOTO QUE VENDRÁ





En el documental La ola de Fernando Arroyo, se plantea la certeza de un futuro maremoto en el golfo de Cádiz dentro del periodo de los próximos mil años, con una probabilidad para cada uno de esos años mayor de la de que nos toque la lotería. Todo lo cual lleva a plantearse la necesidad de una adecuada prevención y concienciación ciudadana, que lleve, por ejemplo, a tener claro que después de un terremoto costero vendrá necesariamente una serie de olas gigantes, por lo que será necesario buscar refugio en puntos elevados, y olvidarse de la trampa mortal de los coches.
Como la gente, empero, tiende a vivir como si fuera inmortal, y, al mismo tiempo no es capaz de ver más allá de su no reconocida breve existencia, el temor se une en ella a la mezquina satisfacción de pensar que el mundo que ellos han conocido con ellos morirá.
Y pienso que esta es una de las razones por las que las personas que sí son capaces altruistamente de pensar a largo plazo encontrarán siempre resistencias en el común para adoptar medidas como las señaladas para la prevención de maremotos o de cualquier otra cosa que tenga que ver con el futuro lejano.


Imagen: Pejac

martes, 28 de marzo de 2017

EL EMBUDO PARTIDOCRÁTICO





Ya estableció Aristóteles que la oligarquía sustituye a la dictadura como forma de gobierno. Es de esta oligarquía entendida como grupo de intereses de donde nace la corrupción, que en España se ha convertido en factor necesario de gobierno. Desde la jefatura del Estado hasta las alcaldías, pasando por los variopintos parlamentos, y diputaciones, allí donde rigen los partidos del régimen se ha establecido un régimen clientelar que exige la sumisión al jefe del partido y su camarilla, a cambio de una porcioncita del pastel del Estado que se roba a los ciudadanos, perdón, súbditos, vía exacción fiscal, y de las mordidas que se puedan buenamente trasegar. Así, la misma Carta otorgada de 01978 que padecemos excluye que nadie pueda participar en la vida política si no pertenece a un partido del régimen, por lo que tal actividad se convierte en un embudo por el que solo pasan unos pocos, cuya mediocridad e inmoralidad será garantía de éxito en su carrera política.
Tal inmoralidad se contagia de arriba abajo a la sociedad civil, creando estamentos intermedios de grupos de privilegiados, menos prebendados cuanto más numerosos, que tienen la función de servir de defensa del statu quo, y de ejemplo de cara a la sociedad civil de cuál es el modo -inmoralmente- correcto de medrar en España.
Un ejemplo de esto puede ser la Universidad española, ninguna de las cuales figura en la clasificación de las 100 mejores del mundo; una situación sorprendente para la antaño octava potencia industrial del mundo. Menos sorprendente, sin embargo, si se piensa en su funcionamiento interno, que parece calcado en diversos aspectos del de los partidos del Estado. Así, el proceso de elección de los docentes es escandalosamente endogámico, con tribunales mayoritariamente formados por miembros de cada institución, por lo que el candidato "de la casa", en tanto que cuente con el favor de sus padrinos, obtendrá "su" plaza, independientemente de sus méritos. La mediocridad y el servilismo pueden ser, en ocasiones, factores determinantes tanto en un cursus académico como político. Si a esto se une la escasa docencia (danse incluso escándalos como los de los catedráticos que envían a sus becarios a dar clase por ellos, tragando éstos con tal abuso por su ambición de hacer carrera), los permisos ad libitum, las subvenciones sin auditoría, la indefensión total del alumno ante la posibilidad de calificaciones arbitrarias, y la no necesidad de justificar una labor investigadora para cobrar elevados sueldos, puede entenderse que, en ocasiones, la universidad sea el lugar donde el joven aprende -lejos ya del control férreo que se puede ejercer sobre el profesor de Enseñanza Media- la necesidad de la picaresca, de la sumisión ante la arbitrariedad, y de la mediocridad voluntaria si se quiere hacer una carrera, primero, en los "templos del saber", y, luego, si se tercia, en la política partidocrática.



Imagen: Hiromu Kira, The thinker, circa 01930

viernes, 17 de marzo de 2017

REITERACIONES




La conciencia de la repetición de gestos y tareas parece aumentar el propio cansancio y desánimo. Las cuentas, los cálculos, las pequeñas satisfacciones se aúnan a una creciente y saludable indiferencia, en la esperanza de sobrevivir a este destino de Sísifo perecedero. Sin embargo, no sé siquiera, de tan cansado, si es angustia lo que se siente de sospechar lo que uno se está perdiendo entretanto.



Imagen: Jean Cocteau retratado por Philippe Halsman.

martes, 14 de marzo de 2017

ELECCIONES MUNICIPALES EN CÁDIZ, MÓNADA ELECTORAL REPUBLICANA






Las elecciones municipales en una República Constitucional deben celebrarse según el modelo de elecciones separadas para diputados y presidente de la República que caracterizarían las elecciones generales ajustadas al sistema electoral mayoritario. Así pues, los vecinos de cada localidad elegirían por separado al alcalde y al cuerpo de concejales.
La elección directa del alcalde evitaría los cambalaches políticos que configuran el sistema de listas cerradas y bloqueadas del régimen proporcional partidocrático, pues, dado que los electores no eligen realmente un representante, los partidos del Estado hacen con los votos lo que quieren, negociando entre ellos el reparto de cargos y prebendas.
Por su parte, para que la elección de concejales no se viera sometida al programa de listas típico del sistema electoral proporcional, sería tal vez necesario organizar en cada localidad subdistritos electorales uninominales que se ajustaran al número de concejales elegibles asignado a determinado porcentaje de población, previamente establecido por una ley electoral. Así, de cada uno de esos subdistritos saldría elegido un único concejal, a doble vuelta si fuera necesario.
Tal sistema fomentaría la participación ciudadana en la vida municipal a través, por ejemplo, de las Asociaciones de Vecinos, en cuyos locales harían sus presentaciones y mítines los candidatos, y donde los concejales electos podrían recibir las peticiones y propuestas de los electores de sus distritos.
Se trataría, en suma, de una democracia formal, única vía posible, salvo que se crea en la demagogia de los partidos oligárquicos actuales, para el avance en una democracia social.



viernes, 10 de marzo de 2017

PREMIOS LITERARIOS





Por consejo del editor de mi primer libro, me presenté a un certamen literario, que contaba con un premio en metálico y la publicación del original por una prestigiosa editorial. En las bases se anunciaba que el plazo de presentación terminaba el 30 de diciembre, y que el fallo del jurado se haría público sobre marzo del año en curso. A fines de febrero se hace público que el jurado ha elegido 5 finalistas, cuyas fotos aparecen en la página web de la editorial, pues se tratan todos de autores ya reconocidos. En dicha web, además, se resalta el hecho de que se han presentado más de ochocientos originales de cerca de 40 países. En ese momento comencé a hacer unos cálculos: suponiendo que cada finalista haya sido propuesto por un miembro del jurado, sobre cuya composición y número la opacidad es absoluta, resulta que en 50 días cada miembro del jurado debería haber leído 169 originales, lo que equivale a leer una media de 3,38 obras diarias de 100 páginas mínimo cada una según las bases, lo que vienen a redundar en 338 páginas diarias, lo cual resultaría muy arduo, a pesar de que la dedicación fuera absoluta. Tal fatiga podría justificar el hecho de que el jurado se va a dar casi el mismo tiempo para decidir entre esas cinco obras, que entre las ochocientas y pico anteriores.
Uno podría reflexionar, asimismo, sobre el hecho de que entre casi un millar de obras no haya un solo autor o autora novel mejicano, colombiano, chileno, o incluso español cuya calidad mereciera compararse a la de dichos finalistas con obra ya consagrada. Ya es mala suerte, o índice de decadencia cultural.
Alguien, empero, quizás poco escrupuloso, podría tal vez preguntarse si lo que se estaba buscando era una operación de imagen para conseguir ventas, anunciando previamente al fallo final a unos finalistas ya conocidos en el medio literario, cuya identidad era en todo momento evidente para el -eso sí- ignoto jurado, ya que no se podía usar pseudónimo.
Como a todos nos han enseñado, en fin, que hay que evitar los malos pensamientos, y que no hay que tener mal perder, concluyo que no merece la pena presentarse a premios literarios que exigen que se mantenga la propia obra inédita de modo indefinido, mientras que los ganadores son autores ya publicados. Es una manera poco digna de construir la historia de la literatura.




Imagen: Selcuk Demirel

martes, 7 de marzo de 2017

CÁDIZ COMO MÓNADA ELECTORAL REPUBLICANA






En su obra "Teoría Pura de la República" D. Antonio García-Trevijano estudia el sujeto de la representación política; rechaza que sea el individuo, como creyó la Revolución Francesa, o la clase social, como pensó el comunismo, y tomando de Leibniz el concepto de mónada entendida como unidad irreductible, crea la noción de mónada electoral:



 “En una comunidad nacional homogénea de gran extensión territorial, con abundantes vías de comunicación y de información, se pueden percibir peculiares diferencias de personalidad colectiva, que aún perduran en regiones definidas por su cultura lingüística, jurídica o folclórica, y en municipios rurales alejados de las grandes urbes. Esas peculiaridades, que deben reflejarse en las elecciones municipales, carecen de entidad suficiente para considerarse ajenas a un cuerpo electoral de ámbito nacional. En las elecciones presidenciales, el conjunto de ciudadanos con derecho a voto constituye una homogénea y única mónada electoral.
     Para que en las elecciones legislativas exista la misma o similar homogeneidad social, los distritos electorales han de contar con la población mínima que reproduzca la estructura social de la comunidad nacional. Ese problema no se plantea en las ciudades de más de cien mil habitantes. Pero, por las razones apuntadas en la anterior introducción al tema electoral, la necesaria igualdad demográfica de las circunscripciones electorales exige que la unidad representativa de la pluralidad social, sea el censo electoral correspondiente a cien mil personas vecinales o comarcales. Cada distrito electoral constituye así la unidad irreductible de la representación política en mónadas sociológicas res-publicanas, incluso en las Monarquías. La desusada palabra mónada responde a la actual novedad del concepto político que expresa.” Via.

España quedaría, pues, constituida en 350 mónadas electorales de unos cien mil habitantes, microcosmos representativo del macrocosmos sociológico nacional. Dichas mónadas constituirían distritos electorales uninominales a doble vuelta según el sistema electoral mayoritario, y no el proporcional de listas cerradas y bloqueadas de la partidocracia, que elimina así el principio de representación política, y por tanto, uno de los pilares de la democracia formal junto a la separación de poderes.
Cádiz capital formaría de por sí una mónada republicana, porque representa la totalidad de la cosa pública (res publica) que es la materia de la República. De la mónada republicana gaditana saldría elegido un solo diputado que se integraría en la cámara de representantes legislativa, sujeto, empero, a una posible revocación si no cumpliera el mandato otorgado por los electores.


Cuán lejos queda esto, en fin, del sistema neofascista de integración de las masas en el Estado, que caracteriza al sistema electoral proporcional, en el que los votantes no hacen más que refrendar lo que ya han elegido los jefes de cada partido (no olvidemos que en España nadie puede presentarse a los comicios si no forma parte de un partido), y en el que los diputados se sienten naturalmente desvinculados de los intereses de su distrito, y no tienen siquiera que conocerlo, pues sólo están para obedecer las consignas de aquél o aquéllos a quienes deben el sustento.


viernes, 3 de marzo de 2017

CIUDAD Y SUEÑO




Como en un falso horizonte se alza el alto puente que cruza el ferrocarril como en un cuadro de Giorgio de Chirico. En su base, un terreno en obras problematiza el paseo de dos figuras a punto de dar la vuelta a la vieja calle de provincias, madre de sus buhardillas. En primer plano, un hombre que lleva un paquete con forma de cuadro o espejo parece apresurarse hacia la nada angustiosa de René Magritte. A veces la realidad crea motivos que el pintor envidiaría.


Imagen: André Kertész