MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

domingo, 23 de diciembre de 2018

OSCURO ANHELO (I)




L’amour est simple à définir, mais il se produit peu – dans la série des êtres. À travers les chiens nous rendons hommage à l’amour, et à sa possibilité. Qu’est-ce qu’un chien, sinon une machine à aimer? On lui présente un être humain, en lui donnant pour mission de l’aimer -et aussi disgracieux, pervers, déformé ou stupide soit-il, le chien l’aime. Cette caractéristique était si surprenante, si frappante pour les humains de l’ancienne race que la plupart – tous les témoignages concordent – en venaient à aimer leur chien en retour. Le chien était donc une machine à aimer à effet d’entraînement- dont l’efficacité, cependant, restait limitée aux chiens, et ne s’étendait jamais aux autres hommes.
– Extrait de « La possibilité d’une île » de Michel Houellebecq.


"El amor es simple de definir, pero se da poco en la serie de los seres. A través de los perros rendimos homenaje al amor, y a su posibilidad. ¿Qué es un perro, sino una máquina de querer? Se le presenta un ser humano, dándole por misión el quererlo, y por muy desagradable, perverso, deforme o estúpido que sea, el perro lo quiere. Esta característica era tan sorprendente, tan chocante para los humanos de la antigua raza que la mayoría -todos los testimonios coinciden- acababan por amar a su perro a su vez. El perro era, pues, una máquina de amar a efectos de entrenamiento, cuya eficacia, no obstante, quedaba limitada a los perros, y no se extendía nunca a los otros hombres".

En este extracto de su novela "La posibilidad de una isla" el autor francés Michel Houellebecq, vedette literaria cuyos atributos más prominentes han sido siempre el cinismo y la misantropía, hace una reflexión sobre su perro Clément, muerto poco antes a los 11 años, y del que hizo la estrella de una exposición que organizó en 02016 en París bajo el título de Rester vivant, "seguir vivo".

Por esa misma época hizo unas declaraciones al diario Le Figaro en las que afirmaba que "Clément a partagé ma vie. C'était un animal assez timide. Parfois, il restait enfermé derrière une porte pendant des heures sans appeler. Un humain ne ferait jamais ça, il crierait. Je trouve ça très émouvant, cette façon d'attendre, cette confiance. Le chien dépose sa vie entre vos mains. Il vous rend totalement responsable de sa survie. L'enfant aussi. Mais l'enfant n'a pas le choix. Le chien se donne librement. Il a une confiance totale. Les humains ne font pas ça." (Clemente ha compartido mi vida. Era un animal bastante tímido. A veces, se quedaba encerrado detrás de una puerta durante horas sin llamar. Un humano no haría eso, gritaría. Me parece muy conmovedora esta manera de esperar, esta confianza. El perro deposita su vida entre vuestras manos. Os hace totalmente responsable de su supervivencia. El niño también. Pero el niño no tiene elección. El perro se entrega libremente. Tiene una confianza total. Los humanos no hacen eso".

Decía también que su ateísmo no había sobrevivido a la muerte de su perro, como señala el autor del artículo, Sébastian Lapaque: "La mort de Clément a rendu moins certaine celle de Dieu. L'écrivain a envisagé de manière nouvelle l'éventualité qu'un autre monde soit glissé sous le nôtre - la possibilité d'une île éternelle. Clément attend-il Michel quelque part? Ce dernier s'est posé la question. «Je ne me définis plus comme athée, a-t-il confié au journal chrétien La Vie en 2015. Je suis devenu agnostique, le mot est plus juste.» (La muerte de Clemente ha hecho menos cierta la de Dios. El escritor ha contemplado de manera nueva la eventualidad de que otro mundo se deslice bajo el nuestro -la posibilidad de una isla eterna. ¿Clemente espera a Michel en alguna parte? Éste se ha hecho la pregunta. "Ya no me defino como ateo -confió al diario cristiano La vie en 2015- me he vuelto agnóstico, la palabra es más justa). 


Imagen: Exposición Rester vivant de Michel Houellebecq en el Palais de Tokio en París, 02016.

domingo, 9 de diciembre de 2018

"ELEGÍA EN LA MUERTE DE UN PERRO", MIGUEL DE UNAMUNO




La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.
Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.
Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?
¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran...
¡el otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!
Pero allí ¿no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?
Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?
¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir los ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria!
Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!...
¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh, terrible pureza,
inanidad, vacío!
¿No volveré a encontrarte, manso amigo?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
Y este recuerdo
¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?
Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna?
Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?
Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.
¿Si supieras, mi perro,
qué triste está tu dios, porque te has muerto?
¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados, 
tal vez buscando en éstos el misterio
que te envolvía.
Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿Adónde vamos, mi amo?
¿Adónde vamos?
El vivir con el hombre, pobre bestia,
te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce;
¡tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!
Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿adónde vamos?
¡Ser hombre, pobre perro!
Mira, tu hermano, 
ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su dios, tendido,
aullando a los cielos,
¡llama a la muerte!
Tú has muerto en mansedumbre,
tú con dulzura, 
entregándote a mí en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su dios, de su amo,
ni morir sabe.

Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.

Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.
Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿adónde vamos?

via
Imagen: Richard Müller.