Ha muerto el padre Plácido, nombre de religión de Miguel Gil Imirizaldu, tras larga y penosa enfermedad en el monasterio de Leyre, donde vivía. El padre Plácido vio publicada hace 3 años su Un adolescente en la retaguardia. Memoria de la guerra civil (1936-1939). Este libro me impresionó profundamente en su día por la viveza de su testimonio y sus recuerdos: con 15 años al comenzar la guerra civil, el joven novicio, superviviente del asesinato de los monjes que formaban la comunidad del monasterio del Pueyo (Barbastro), narra cómo consiguió sobrevivir en zona republicana ejerciendo diversos oficios (cocinero, camarero) para las fuerzas que lo "liberaron". Sorprende la objetividad y comprensión -tan extrañas a los herederos actuales del odio desfogado en esa guerra- con que narra todas estas vicisitudes, que sólo pueden provenir de un auténtico perdón. En momentos dados expresa su admiración por la fuerza de convicción de los anarquistas que recorren los pueblos de Aragón, y describe los estragos cometidos por ambos contendientes. Recuerdo sus noches pasadas al raso bajo las estrellas huyendo de bombardeos y tropas, y sus esfuerzos por seguir estudiando latín. Hace un par de veranos visité el monasterio de Leyre, y me interesé por conocer al padre Plácido; me dijeron que estaba muy enfermo, recibiendo constantes cuidados y en un estado semiinconsciente, así que no insistí, y me dediqué a recorrer la belleza agreste de esos lugares, y a aprovechar el recogimiento de la convivencia con la comunidad de monjes durante unos días para aclarar mis ideas, que falta me hacía. Descanse en paz el padre Plácido.
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