MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

martes, 23 de noviembre de 2010

EL SÍNDROME NOVEMBRINO


"Novembrino" es un adjetivo que no aparece en el diccionario de la RAE, pero sí en un poema de Miguel Labordeta, momento novembrino (lástima que lo de "momento" siga recordando a Boris Izaguirre, usurpador). Me hallo en un estado de espíritu similar al que deja traslucir Labordeta en su poema, atado a su "zaragozana gusanera". En noviembre descubro una clase especial de melancolía, difusa en la tierra de nadie del calendario. No tan lejos de las delicias estivales, que se te antojan el reino de la infancia en su breve ilimitud, el ritmo de trabajo se acrecienta y rutinaliza, sin que haya llegado el alborozado diciembre a introducirte en la Epifanía, calurosa de luces, recuerdos y ensoñaciones compartidas, que te induce a aceptar de buena gana el invierno prolongado, encarnado en frío y trabajo vasodilatador.
Sientes, pues, que puede haber aún una marcha atrás, una posibilidad de retroceder a terrenos vírgenes de la memoria, que te aseguren al menos una existencia a la que poder sustraerse cuando se quiera. La melancolía te sorprende entonces en cualquier parte; en el trabajo, donde descubres tus propios límites, por honrosos que parezcan, y lo importante que ha sido la fuerza de voluntad en tu vida para salir adelante, y seguir teniendo hambre de aprender; en casa, cuando piensas cuántos años podrás continuar con este ritmo vital, del que te quedan, al menos, veinte años por delante, y la evidencia de cómo las rutinas y las fruslerías cotidianas llenan tu vida hasta casi el borde, de las que procuras huir buscando "agujeros en el tiempo", hechos de lectura, reflexión y, en ocasiones contadas, de poesía.
En fin, un asco noviembre, cuando deja de ser octiembre, y aún no es otra promesa perdida en el recuerdo.
  
Imagen: fotografía de Paco Gómez

6 comentarios:

Luis Valdesueiro dijo...

Muy bueno el neologismo.
Puede que noviembre no sea el mes más cruel, pero sí es el mes en que nos damos de bruces con la noche prematura y las hojas caídas. Y eso no deja indiferente.
Saludos.

Alejandro Muñoz dijo...

No es la primera vez que leo sobre el tema, José Miguel. Si no recuerdo mal, Olga Bernad publicó en su blog un poema titulado "Perros de noviembre", o en su libro "Caricias perplejas".

Te deseo mucho ánimo, que junio está al caer.

Si te sirve de consuelo, ha sido un placer leer este texto.

Paco Gómez Escribano dijo...

La verdas es que a mí me sorprende la melancolía, la tristeza e incluso la felicidad en cualquier mes. Me afectan las estaciones, como a todo hijo de vecino, pero a veces parece que voy a mi bola independientemente de cielos grises y lluvias impertinentes. Bonito adjetivo ese novembrino, sí señor. Un abrazo.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Sí que te cambia la falta de luz, Luis. Quizás me dejo llevar demasiado.
Un abrazo.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Muchas gracias, Alejandro. Sí, junio se acerca lenta pero inexorablemente. Desconocía los poemas de Olga Bernard, haré por leerlos.
Un abrazo.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Muchas gracias, Paco. Se me ocurrió lo de novembrino, y busqué en internet lo que había sobre él. Saldremos adelante.
Un abrazo.