Lugar del asesinato de Joseba Pagazaurtundúa, fotografiado por Willy Uribe para su blog Allí donde ETA asesinó.
Llegó la ambulancia, estridente e inútil,
para los cuerpos que sobre el asfalto
formaban regueros de sangre imprevista.
Muchos miraban, pasando de largo;
“Cosas de la política, nada
de nuevo, ¿cuándo piensan dejarlo?”,
y, en fin, vagamente se lamentaban
de aquello que dejarán en silencio.
La sangre no empaparía la tierra;
pronto olvidada o justificada
sería: que muertos entierren a muertos.
Y es que dos veces quieren que mueran;
primero, a manos de la serpiente
de ETA, y, luego, en el patio trasero
de una historia de componendas.
Cambia el paisaje urbano de calles
rebautizadas; la gente os olvida.
Pero esta sangre nos interpela
si hombres libres queremos llamarnos,
y nuestra será también vuestra muerte
si nos negamos a recordaros.
2 comentarios:
Me ha gustado, y lo de la doble muerte que supone el olvido ¡qué cierto! Un abrazo, JM
Muchas gracias, Aurora, por tu comentario. Leí hace poco que en este país no se encontraba cantor para las víctimas, y eso me animó a escribir este humilde poema.
Un abrazo.
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