Bianu es el segundo de los poetas antologados por Clara Janés. 20 años más joven que Noël, ha frecuentado la poesía, el teatro, el ensayo, y ha publicado antologías de poesía precolombina, china y japonesa, así como de poesía erótica francesa. Los poemas seleccionados por Janés proceden de dos de sus libros más recientes Infiniment proche (2000) y Le désespoir n'existe pas (2010). Se percibe en Bianu una tendencia a la construcción estrófica y letánica en casi todos los poemas antologados, forma que combinada con un discurso conciso de fulgurantes imágenes parecen introducirnos en un contexto de marcada influencia de la poesía oriental; así puede verse en poemas como Neuf méditations sur le blanc (que hacen recordar a Messiaen), compuesto por nueve estrofas trisilábicas cuyo primer verso, sur le blanc, se repite obsesivamente al modo mántrico, en Neuf éclats du geste, también de estructura estrófica trisilábica, y en Psaume, formado por 41 estrofas trisilábicas numeradas, en las que las pares presentan obsesivamente el mismo segundo verso, dans le coeur du coeur noir; palabras, expresiones y versos como noir, nuit, prière, je t'offre mon sang de nuit, blessure, j'ouvre ma blessure, c'est l'oeil de ta nuit / qui me tresse / et me sauve, c'est la voix de ta nuit, je me saigne à ton étoile, etc. nos reintegran a la tradición de la mística occidental marcada por el símbolo de la Noche Oscura, en un diálogo mágico a fuerza de letánico entre el poeta y un Tú huidizo al que éste se dirige, y se dice pertenecer.
Este marchamo estilístico-temático está presente también en el segundo libro antologado; de tal suerte puede verse en el poema Fugue, que por su tono dramático me trae al recuerdo la impresionante Todesfuge de Paul Celan, donde se juega con variaciones y dilataciones de la estrofa plus haut / parlez plus haut / les morts. Pero no es ajena tampoco su poesía a la influencia de la poesía francesa contemporánea; en concreto, su poema et pourquoi pas toujours?, y sus jeux de mots asociados a una reflexión sobre el tiempo hacen pensar en la estela del grupo Oulipo, así como algunas imágenes de Invasion de la nuit recuerdan los mecanicismos surrealistas (tu détiens / les plus belles armes du monde / la mitrailleuse à gifles / le couteau sans manche ni lame). Por otra parte, la traza extremo-oriental es nítida en poemas como petit bréviaire du guerrier, introducido por sendas citas del maestro budista Chögyam Trungpa y de Henri Michaux; este polílogo del guerrero, rebosante de su imagen mística oriental, se cierra con las enseñanzas de un maestro anónimo bajo la forma tradicional de las preguntas duplicadas; excepcionalmente brillante resulta asimismo el juego literario que ejecuta Bianu en sept haikus pour lâcher prise, donde realiza paráfrasis poéticas de siete haikus japoneses; este prurito de sincrónica síntesis y expansión expresiva resulta, en mi opinión, particularmente brillante en las recreaciones de los haikus de Kaneko Tôta, Ozaki Hôsai, Masaoka Shiki, y Taneda Santôka; sobre el haiku de este último (Profond / plus profond encore / dans les montagnes bleues) construye Bianu una paráfrasis vivencial y cultural que sólo se me ocurre calificar de feliz ( Tu avances / avec tes mains de silence / tu n'as plus d'endroit / où poser la tête / tu as la passion des précipices / tu consens à ce qui t'engloutit).
Finalmente, en los últimos poemas seleccionados de este libro, Le désespoir n'existe pas, vuelve el poeta una mirada de fulgurante precisión oriental sobre lo cotidiano (Un jour, une vie; un coup de vivre; scantate), cuya maravilla silente (une science du précipice intérieur / une salve de silence / la source de l'inattendu) le salva de la desesperación poética procedente del cortocircuito ideológico del que es víctima Bernard Noël.
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