El sol de la tarde resalta la piel levantada de la vieja catedral cual quemadura. La piedra caliza se antoja más porosa, y los altorelieves parecen irse diluyendo poco a poco y reintegrándose a la esencia caprichosa de la piedra madre. La puerta abombada busca una salida para el aire que resbala sobre los escalones descascarillados. Bastión de la fe la catedral, su decadencia serena hace pensar en aquélla como parecida a la piedra, milforme, rugosa y resistente, desnuda ante la luz que llena a veces el interior del templo, volviéndolo misterio desvelado, cegador, que vuelve a colocarte ante tus propias contradicciones, y te invita a integrar esta visión deletérea de decadencia en el enigma oculto que te deslumbra.
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6 comentarios:
Es un texto solemne: "Bastión de la fe la catedral, su decadencia serena...". A Chateaubriand le habría gustado.
Saludos.
Muchas gracias por la comparación, amigo del Retablo.
Saludos.
Le Corbusier definía la arquitectura como "el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz"... y a ti, filólogo, esto no se te escapa.
Un abrazo... y ya nos conoceremos la próxima vez que vengas por Sevilla.
Muchas gracias, Alejandro, por tu sabio punto de vista. Yo espero también conocerte, para lo que no faltará -confío- ocasión.
Un abrazo.
Pues me ha parecido una prosa poética preciosa para un monumento.
Un placer leerte
Un abrazo
Muchas gracias, Mariola.
Saludos.
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