Apolo admira los bellos tobillos esquivos de Dafne,
quien huye corriendo del aborrecido dios que, humillado,
descubre el profundo dolor del amor no correspondido.
La carne de la doncella se vuelve madera rugosa,
postrero desprecio al dios que se abraza desesperado
a las disformes ramas que multiplican crueles
su ansia frustrada de abrazos.
2 comentarios:
Me ha recordado infinitamente una bellísima escultura de Apolo y Dafne obra de Bernini y que se encuentra en Roma. Un poema escultórico que me ha venido a la mente al leer tu fantástico texto.
Un saludo.
Muchas gracias por tus elogios, amigo Opinador. Es un placer tenerte por aquí.
Un abrazo.
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