martes, 29 de junio de 2010
PURGATORIO
Estoy despierto, lo sé, pero sé también que estoy muerto.
Soñé un zumbido que se hacía más y más fuerte,
y me he despertado oyendo gemidos que suben y bajan
por el ascensor junto con gritos y risas malignas.
Estas voces son una losa de angustia en mi pecho.
Enciendo la luz, todo sigue igual: son las cuatro en el móvil.
Me levanto y salgo al pasillo; veo los cuartos
de los demás: un terror indecible me impide acercarme.
Llego hasta el servicio, pero al salón no me alcanzan las piernas.
Vuelvo a mi cuarto tambaleándome, apago las luces,
cierro los ojos; punzadas de luz me obligan a abrirlos:
Ya no me cabe duda de que dormir no es posible.
Me agito y comienzo a sentir picores por todo mi cuerpo.
Cesaron las voces ininteligibles; es tiempo de espera.
Lo peor es saber que se terminaron los sueños.
Imagen: Porta Speciosa del monasterio de Leyre.
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2 comentarios:
Bonito poema, José Miguel, en el que se plasman magistralmente de un insomne o ¿un esquizofrénico? Lo digo porque me estoy leyendo "El humo en la botella", de Juan Ramón Biedma, y quizá esté influenciado por el comportamiento de estos enfermos. No sé, ya me dirás. Enhorabuena.
Me has dejado con el cuerpo encogido...
Potentes parejas... Sueño y muerte, insomnio y pánico...
Un abrazo.
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