MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

miércoles, 10 de marzo de 2010

11-M


"Al acechar las elecciones españolas, el terrorismo promulga su evangelio, y pasa a la práctica. La hecatombe del 11 de marzo de 2004, programada con toda precisión, vale como monstruoso ejemplo. Poco importa que los 200 muertos y los 1500 heridos hayan sido gente humilde, probablemente opuestos como el 80% de sus compatriotas a la intervención en Irak. El "material humano" no cuenta apenas a los ojos de los terroristas que demuestran la fuerza de sus convicciones y la potencia de sus ofensivas mentales por medio del asesinato del desarmado, sea quien sea y piense lo que piense. Bis repetita, todo el mundo lo ha dicho, este 11 de marzo Europa ha vivido su 11 de septiembre; el terror de Manhattan ha golpeado otra vez.
Salvo que en Madrid, los asesinos pudieron jactarse de haber ganado. En tres días han dado la vuelta a la opinión pública. El partido de Aznar (partidario de la coalición Bush-Blair), dado como vencedor, ha mordido el polvo. ¡Castigado! pero, ¿por quién? ¿de qué sirven las campañas electorales, el puerta a puerta, los mítines, las convenciones, los balances, los programas, los debates, ya que basta con hacer explotar vagones atestado de pobre gente para invertir, en unas horas, el veredicto de las urnas? Este maremoto final que todas las previsiones excluían sólo se debe a las bombas de Atocha y al terror que difunden. ¿Cómo no iban a concluir los asesinos que son ellos quienes determinan la decisión y que el terrorismo es desde ahora más fuerte que la democracia? Los socialistas que fueron llamados a gobernar España han mantenido su promesa: han evacuado Irak. Han confirmado la íntima convicción de los asesinos: cuánto más grande es el horror más eficaz resulta. El crimen es rentable.
¡No es así -objetan los buenistas-, J.M. Aznar ha perdido porque su alianza con G.W. Bush era impopular! Cierto, pero, ¿lo era ésta menos a tres días de las elecciones cuando Aznar era considerado ganador, y sus adversarios no esperaban ya recuperar a todos los del "no a la guerra"? Sin las bombas los gritos de "¡Aznar asesino!" hubieran sonado falsos e irrisorios. El Ground Zero madrileño ha aterrorizado los cerebros, reanimado a los demagogos, e invertido el orden de las responsabilidades. Estaba programado para eso. Asestó a los pueblos dubitativos de todo el mundo la prueba de que la democracia, noción infiel, se pliega a voluntad del más cruel. ¿Los espíritus débiles, esos "tontos útiles" que decía Lenin, no habían atribuido ya a Bush y a la CIA la caída de las Torres Gemelas? Temiendo afrontar al patrocinador real, se echa mano de un responsable virtual y Aznar reemplaza a Ben Laden en la repugnancia de los electores, que le ajustan cuentas inmediatamente.
Las nuevas autoridades, en el colmo de la ironía, afirmaron acto seguido que resistían a los chantajistas cediendo a su chantaje. Dijeron que precipitaban el regreso de sus soldados de Irak para no tener que salir corriendo vergonzosamente bajo la presión de eventuales tomas de rehenes. Eso fue "explicado" con una buena fe totalmente surrealista. La circulación del odio produce vértigo. La barbarie se ensaña con otro que la sufre, la asimila y se descubre culpable".

(Cf. André Glucksmann, Le discours de la haine, Paris, Plon, 2004, pp. 220-221. La traducción es mía. Existe versión española de este libro del filósofo francés: A. Glucksmann, El discurso del odio, Madrid, Taurus, 2005).

4 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Impresionante artículo, y clarividente. Estoy de acuerdo en todo lo que dice Glucksmann, aunque me temo que medio país no querría reconocerlo, y cierra los ojos a la evidencia.

Un abrazo.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Muchas gracias por tu aportación, tocayo. Lamentablemente, Glucksmann tiene toda la razón. Un abrazo.

Paco Gómez Escribano dijo...

Estoy de acuerdo con Ridao. Quizá el 11-M esté todavía muy cercano en el tiempo y eso impida hacer más análisis como el del artículo.
Un abrazo.

Máster en nubes dijo...

Totalmente de acuerdo, Glucksmann siempre tan fino... y lo de las sedes del PP el sábado antes de las elecciones fue de no creer. Independientemente del partido que uno vote o que no vote... lo que da miedo... es que el miedo hace doblegar a la gente, de todo tipo. Es que cualquiera con un arma tiene más fuerza que el Estado y le hace arrodillarse (el caso de los piratas es de traca). En fin. Somos más cobardes, lo somos. Y ocurre hasta en la universidad: chillan unos y no hay manera de que alguien pueda hablar. Y encima son unos héroes los que lo impiden y los jalean (he visto en un par de blogs eso de "ya me hubiera gustado estar en la UB o en la autónoma y no dejar hablar a ... ) En fin... de pena.