MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor JOSÉ MIGUEL DOMÍNGUEZ LEAL

viernes, 25 de noviembre de 2011

HISTORIAS DE ROCK AND ROLL


Un amigo ha recuperado una guitarra de la basura, y junto con otros colegas suyos está intentado restaurarla. Dice que ya han probado que "respira", y la está limpiando a fondo. Está imitación de una Fender Stratocaster valdrá unos 200 € imagino, por lo que les sería mucho más sencillo, si quisieran, comprarse otra. Sin duda, hay algo más; probablemente el deseo de enlazar con una parte de un pasado común encarnado en ese rock and roll del que el lacerado instrumento es callado heraldo. Reparar esta guitarra será como recuperar una parte de sí mismos, esa parte oculta en los surcos de los vinilos que aún se conservan, como un enigma de repetición que no se resigna a perderse en el polvo de los viejos papeles, patética literatura.

A veces es posible detenerse un momento entre el fragor de la rutina, y observar esa luz casi primaveral que se cuela, como en mi niñez, por la ventana de la clase, tras enseñorearse de la playa en espejismos helados, y se enreda para siempre entre los cabellos de los alumnos que se afanan sobre su examen, ajenos por completo al temblor de mi alma.

Una de las carencias que más lamento en mi vida es no haber aprendido a tocar un instrumento, por lo que me conformo ahora con la pintura. Me he decidido por fin, y he empezado a copiar una marina de Cézanne. Tras hacer el boceto al carboncillo y comenzar a manchar, me doy cuenta de la complejidad de la obra, y de su atormentada riqueza cromática. Un amigo mío pintor me dice que ya tengo técnica, a falta de un estilo propio. Quizás todo sea cuestión de estilo en la vida.

2 comentarios:

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Después del poema sobre el dolor, te veo mejor, con aspiraciones pictóricas. Un abrazo.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Muchas gracias, Antonio. Estuve casi una semana de baja en casa con fuertes dolores, que me impidieron, a parte de ir al trabajo, acudir a la presentación de tu nuevo libro. El poema, que escribí esos días, me ayudó a distraer el dolor.
Un abrazo.