Este pasado domingo bajé de los altillos del vestidor las cajas de mi ropa de verano. Tras comprobar, con cierto alivio, que todavía entraba en los pantalones, y que me cerraban las camisas, fui metiendo la ropa en la lavadora, puse el programa delicado (les dí un ojo, como se dice por aquí), y las fui tendiendo. Formaron las ropas, extendidas en los cordeles de mi terraza, una serie de estandartes multicolores o banderas de señales, quizás para la esperanza de permanencia. Uno es, tal vez, también lo que viste. Lo de los nudistas me parece una estupidez que habría hecho reír hasta a Rousseau.
Las ropas de verano son ligeras, sus tejidos son agradables de sentir sobre la piel, a diferencia de la ropa de invierno que se te pega como una condena, te aleja del cuerpo, y a mí, curiosamente, se me estropea incluso más. Tengo camisas de hace varios años, en muy buen estado, y no me gusta deshacerme de ellas (últimamente compro más camisetas que camisas, pero eso es otra historia). Alterno lo viejo con lo nuevo, como la vida. La ropa te hace sentir ligero, elegante, llegado el caso, y hasta atrevido. La desnudez (fuera de su contexto) me haría sentir agarrotado, y cohibido. No nacimos para estar desnudos, pienso.
Este rito repetido, empero, no te libra de los nubarrones que asoman en el horizonte, y no tiene porqué asegurar un verano feliz. Ruego a Dios que todo vaya bien.
Hoy ha sido un día de huelga. En mi centro no ha venido un poco menos de la mitad de los profesores. Ha habido una relativa calma pues han faltado muchísimos alumnos. No creo en las huelgas de un día, no valen para nada, y menos las organizadas por sindicatos adeptos del gobierno, que las convocan más bien para cubrir el expendiente, e intentar justificar su penoso papel. Varios días de huelga a la semana hasta fin de curso si tendrían repercusión, al menos en la Enseñanza, pero algo así no lo van a organizar estos señores sindicalistas, que deberían estar pidiendo la dimisión del inepto y ya siniestro personaje que campa por la Moncloa, que, en su funesta imprevisión, inseparable de su afán de clientelismo -que figura como rótulo luminoso en la entrada de su parque temático giliprogre- no ha encontrado otra medida, ante las exigencias de Bruselas, que atacar a los más débiles (funcionarios y pensionistas) (pero en este país no hay nada como ser "de los suyos", país que empieza a ver como normales demasiadas cosas, como la violencia antisemita) en vez de cortar el grifo de su compra de favores. Así que he trabajado con los alumnos que han venido, que falta que les hacía.
8 comentarios:
Yo tampoco entiendo las huelgas de un día. Sólo sirven para que los apoltronados líderes sindicales y políticos chupen cámara. Nuestro colectivo, el de profes, tenemos más que motivos para hacer huelga, viendo cómo hemos ido contemplando el deterioro de nuestro Sistema Educativo. Encima, nos han ido disminuyendo el poder adquisitivo año tras año; lo del 5% es la gota que colma el vaso. Pero habría que parar en Septiembre, cuando empieza el curso, y no volver a las aulas hasta que se atendieran una serie de reivindicaciones de cajón que sabemos todos.
Yo también he sacado la ropa de verano. Aunque hoy he tenido que rescatar la chupa, porque en Madrid vuelvve a hacer frío y llueve.
Un abrazo.
Amén, amén. Yo también hago mudanza dentro de poco, pero de vivienda. ¡Miedo me da!
Un abrazo.
tienes mucha razón, Paco. Aquí también está lloviendo hoy, mi gozo en un pozo.
Un abrazo.
Aquí en Cádiz cuando se quiere fastidiar a alguien, se le dice: te deseo una mudanza.
Yo te deseo buena suerte, ah, y no le des ningún golpe al portátil.
Un abrazo.
Como dice Gómez Escribano, una huelga de un día tiene un caracter más festivo que reivindicativo, y la de ayer amén de un fracaso clamoroso, sólo sirvió para ver que los sindicatos sólo se representan a si mismos.
Amiga Natalia, sería indignante además pensar que parte del dinero que desquiten por el día de huelga termine en nueva subvención a los dos grandes sindicatos.
Saludos.
Hola!
A veces hay alguien que sabe valorar el trabajo y compromiso de los católicos.
Te dejo información de una película que han rodado sobre la vida de Pablo Domínguez, un sacerdote que murió el año pasado en la montaña.
Vamos deprisa a verla no sea que el inepto la secuestre, y procuremos hacer publicidad de ella, no permitamos que nos arrinconen.
Un beso.
http://www.laultimacima.com/
Amiga Grandolina, muchas gracias. He leído en el último Alfa y Omega una crítica de la película, y creo que la proyectarán en Cádiz. Tengo interés en verla.
Un beso.
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