MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 15 de marzo de 2014

LO MISMO Y LO OTRO EN BORGES (II)




Este a modo de revelación ontológica en Borges a veces con el fondo del objeto-metáfora del espejo (Emma Zunz, El Aleph, donde se materializa hasta en cuatro ocasiones en el populoso universo del inconcebible ente), da cuenta de cuentos como El muerto, Los teólogos (bajo la variante del doble como en La historia del guerrero y la cautiva, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874), Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto, La espera: este concepto del desdoblamiento le sirve a Borges, por un lado, para obviar la fatigosa dilación temporal consagrada en El inmortal, y, por otra, para encarar algunos de sus queridos autorretratos de El otro, y Agosto 25, 1983: "sigo soñando con el doble. El fatigado tema que me dieron los espejos y Stevenson" [p. 516]), Deutsche Requiem, y La busca de Averroes.

En El informe de Brodie, libro de inspiración más cimarrona, este hilo argumental se diluye en favor de la idea de la pervivencia de lo humano en los objetos, como el cuchillo, presente en El encuentro y Juan Muraña.

Por el contrario, El libro de Arena se mira, y valga más que nunca la metáfora, en las obsesiones de Ficciones, ya presagiadas en el Etcétera de Historia universal de la infamia. Así, El congreso hace pensar en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, y en La noche de los dones se reproducen las osadas afirmaciones de Pierre Menard, que se plasman en Utopía de un hombre que está cansado.

Uno de los cuentos finales de Borges, La rosa de Paracelso, se mira en uno de sus primeros cuentos, El brujo postergado, al tiempo que Tigres Azules lo hace en El libro de Arena, y El disco

Ahora bien, es en esta etapa final, y en su postrer relato, La memoria de Shakespeare, donde Borges recapitula sobre esa isoontología humana, intuición suya que le ha ayudado a construir el magno edificio de su obra narrativa, y llega a cuestionarla siquiera parcialmente: "comprendí que las tres facultades del alma humana, memoria, entendimiento y voluntad, no son una ficción escolástica. La memoria de Shakespeare no podía revelarme otra cosa que las circunstancias de Shakespeare. Es evidente que éstas no constituyen la singularidad del poeta; lo que importa es la obra que ejecutó con ese material deleznable" (p. 543). No todo hombre, pues, será capaz de lo que todos los hombres, ni aunque medie la eternidad, y esa memoria de otro, sustancia de la identidad, acaba estorbando al que se apodera de ella.


Ilustración: Jonathan Wolstenholm. Fuente: Weimar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No le falta razón, no le sobra razón a Vd., querido amigo del cibercosmos en rumbo a Sophiópolis. Desde acá le dejo mi admiración. Manuel Legarza.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Gracias, amigo viajero.