MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 22 de marzo de 2014

HOMO TECHNOLOGICUS



Me veo últimamente frente a la necesidad apremiante de algunos cambios tecnológicos en mi vida. Me entero, así, con fastidio de que las actualizaciones del Windows XP dejarán de descargarse el 8 de abril, por lo que, como me explica Óscar, mi hermano informático (algo casi tan útil como tener un médico en la familia), el sistema estará desprotegido ante cualquier insidia del llamado software malintencionado, y se me caerán los palos del sombrajo, vamos. Los mails de Windows live te proponen adoptar el Windows 8 o pensar si no ha llegado el momento de comprar un nuevo ordenador (esto sí que es obsolescencia programada, o, mejor dicho, forzosa). No estoy dispuesto a dejar mi viejo Compaq Presario del 2005 por ahí, pues es duro y resistente, y nunca me ha dado problemas, a pesar de que la vida de su batería sólo es ya de 20 minutos, y tengo que estar cada poco pendiente a conectarlo de nuevo a la red. Óscar me ha propuesto instalarme el Linux, pues me dice que el ordenador no soportaría el tal Windows 8.
La verdad es que no me gustan los cambios. Ya estaba acostumbrado a la lentitud del Compaq, y aprovechaba incluso los minutos que tarda en cargarse del todo para leer unas páginas, lo que ha condicionado, de paso, el ritmo de mis lecturas. Parece que tiene razón Michel Puech cuando afirma que la tecnología se ha convertido en nuestro medioambiente, verdadero rasgo distintivo de la sociedad postindustrial o postmoderna, frente a la ciencia, informadora de la sociedad moderna con su ideal del progreso. Estamos condicionados, aunque de modo forzosamente negativo, por la tecnología, igual que las generaciones anteriores de hombres lo han estado por las técnicas de sus diversas épocas. La misma utilización del blog ha marcado y hasta alentado mi creación artística, habituada hasta entonces al ejercicio disperso de los cuadernos de notas.
Recientemente me he incorporado a Facebook a instancias de mi editor y amigos para dar publicidad a mi libro en ciernes. Esto me ha hecho descubrir (a parte del hecho de que puedo tener hasta 89 "amigos" en pocos días -¿me lo creo?-) cuán acuciante puede ser nuestra necesidad de comunicar, que es la del ágora.



Ilustración: Weimar blog

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