Las bibliotecas hacen extraños compañeros de estante, igual que la política, según se dice, hace extraños compañeros de cama. En la biblioteca de mi instituto se puso en la sección de novedades mi edición de 2007 de Torello Saraina (que había donado al centro hacía algún tiempo), junto a la famosa obra de Stéphane Hessel. Ahora cada una de ellas seguirá su camino sobre las estanterías de la biblioteca, condenadas al limbo amable del olvido intermitente, la mía más que la otra quizás, panfleto político de pasajera vigencia (tanta al parecer como el movimiento que inspiró).
Tras un difícil fin de semana, lleno de trabajo y agobiante melancolía, el contacto con la realidad me ha vivificado, a pesar del cansancio acumulado. Me espera una larga semana de trabajo matutino y vespertino. Me siento tranquilo, liberado, en cierto modo, de desengaños y cuitas. La fortaleza está en sobrevolar las pobres palabras.
5 comentarios:
El destino de ambas, en principio, es ese limbo de la invisibilidad en el estante que les toque. Pero, en términos de inmortalidad, seguro que el libro humanista resiste mejor el paso del tiempo que el libro coyuntural. Saludos.
Me gusta como afrontas la vida. Otros lo hacemos de una forma más desordenada...aunque intentamos ser ordenados.
UN abrazo.
Disculpa Pilar, pero al publicar tu comentario parece que blogger se lo ha tragado. Ciertamente, diciembre puede ser un mes también difícil. "El tiempo es un gran antologador", es una bonita frase. El tiempo dirá que es lo que vale o no.
Saludos.
Veremos, José Manuel. La historia de la cultura es caprichosa, pero prefiero suscribir tu certero juicio.
Un abrazo.
Gracias, Moderato; mi vida es un caos tranquilo.
Un abrazo.
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