El deseo parece razón de sí mismo; persiste en las lindes de lo femenino, selva de la que el salvaje no querría salir. Es absoluto y avasallador, te arroja a lo previsible, que, sin embargo, quiere sentirse como renovado, y distinto cada vez. El torbellino del amor es parejo al de la impaciencia, y cercano al de la contrariedad. Las hermosas curvas no dan tregua al ansia de tenerlas como horizonte, de ahogarse en un espejismo de carnalidad, al que no puede ser ajeno el espíritu, que se encarna en el accidente de la espera, y en la esperanza de la culminación gozosa renovada, de la comunión con lo inefable. No hay tregua, no, para el deseo, que hace arder el tiempo que se escapa fútil entre nuestros dedos.
Imagen de Betty Page tomada de Internet. Esta foto sirvió de modelo para un cuadro de Lucian Freud, deleznable por lo demás.
4 comentarios:
Me parece una fotografía increíble.
Un saludo.
Ciertamente es una hermosa foto.
Un abrazo.
Lo de "deleznable" me lo tendrás que explicar, porque no he podido encontrar el cuadro en cuestió ...
Era, amigo Tomás, si no recuerdo mal, un cuadro basado en esta foto o similar de Betty Page donde la representaba haciendo gala de un feísmo ostentoso, reduciéndola a un trozo de carne deshumanizado.
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