He estado este puente en Ávila, sin contacto alguno con internet, y tras regresar, me entero esta tarde de la muerte del maestro García Calvo el pasado día 1. La pérdida de referentes a determinada edad provoca un particular sentimiento de orfandad, unido a la conciencia paradójica de que uno también va envejeciendo. Él era para mí una especie de maestro en la distancia, alguien que ha sido un modelo para mi producción poética y filológica, frente al anquilosamiento y falta de imaginación y pasión profunda que he detectado en el mundo académico al uso. Un "maestro de la sospecha" también, que ha puesto en guardia contra los laberintos falsarios de la identidad, la servidumbre y la fe en el Futuro, y el nuevo Dios del Dinero, auténtica medida de todas las cosas, y de la Realidad construida a su imagen y semejanza. Agustín ha sido un árbol demasiado recio y fructuoso, y seguirá dando sombra a través de sus libros, y su voz ritmada. En 2001 le escribí una carta para interesarme por su salud, que parecía quebrantada, y para testimoniarle mi admiración. Su respuesta, ya en sí una obra de arte, la guardo como un tesoro de la memoria, y la recupero ahora -inevitable ironía de la vida- en la hora de su muerte. Larga memoria al maestro Agustín.
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2 comentarios:
Larga.Era un maestro y un referente.Yo lo valoraba mucho como traductor heterodoxo.Lo siento. Es un bonito recuerdo.
Muchas gracias, José María. Era un traductor ciertamente fuera de serie.
Saludos.
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