MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor JOSÉ MIGUEL DOMÍNGUEZ LEAL

viernes, 17 de febrero de 2012

"LA MANO CORTADA" DE BLAISE CENDRARS



Éste es uno de mis viejos queridos libros de la colección Alternativa de Argos-Vergara que leí en mi sorprendida adolescencia. En esta colección se daba cabida a obras inhabituales y heterogéneas. Me sorprendió hace algún tiempo escuchar al director de la editorial Impedimenta en una entrevista en Radio Clásica en la que afirmaba ir tras los derechos de El pájaro pintado de Jerzy Kosinski, que yo leí en esta colección, aunque no comparto su entusiasmo por esta obra sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial contados por un niño (hay en esta obra mucho de artificio y efectismo literario como en la famosa en su época La hora veinticinco), muy al contrario que estas memorias de guerra de Blaise Cendrars que me impresionaron profundamente. Cendrars escribió esta obra durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial, en la que sobrevivía gracias a pequeños trabajos de jardinería realizados con su único brazo ("el dinero, cuyo escamoteo en las novelas modernas, las hace quedar desfasadas casi en el acto", recuerdo más o menos que decía) y en ella narra sus recuerdos como combatiente en la Gran Guerra. Poeta de vanguardia de origen suizo, y hombre aventurero e impetuoso (a los 16 años creo que se fugó de casa para acabar en Rusia), que sentía una profunda fobia hacia los alemanes ("ese recrearse en hacer daño que hace tan antipático a ese pueblo", venía a decir en su obra), crea un cuerpo de voluntarios extranjeros para el ejército francés, que, pese a los promesas que se le habían hecho, acaba integrado en la Legión Extranjera. El título de la obra hace referencia a la mano -el brazo en realidad- que Cendrars perdió en acción de guerra, y que le supuso verse de vuelta en París, mutilado -aunque eso sí, condecorado- y sin recursos, cuando "muchos tipos me invitaban a beber, pero ninguno a comer"; y está llena de retratos impresionistas de sus desventurados cofrades de armas, del absurdo administrativo de la guerra, y de su brutalidad asoladora. Cendrars hace un canto a esos seres humanos totalmente superados por las circunstancias inhumanas de la guerra en unas páginas que rebosan de ironía combinada con el más absoluto desgarro y horror, llenas de puro pesimismo vitalista, oxímoron sólo concebible en la vivencia extrema de la guerra, pero llenas sobre todo de amor, de amor hacia el prójimo, y la vida (tan distinto en eso de Céline); Cendrars recuerda con nitidez a hombres a los que pudo ver sólo unos momentos antes de  ser arrebatados por los obuses, y regresar a tierra en forma de lluvia de sangre, o a otros cuyos gritos desgarradores seguían atormentándole en sueños tantos años después.
Mucho más tarde, hojeé algunos estudios sobre Cendrars, y me sorprendía leer que la crítico en cuestión no daba crédito a los pasajes en los que el autor describía cómo daba muerte a enemigos en el cuerpo a cuerpo, pero eso no me parece en absoluto contradictorio con los lugares en los que el artista pone en énfasis la miseria inconcebible del conflicto, que no habría podido contar de una manera tan lúcida si no hubiera bebido su cáliz "hasta la hez". Resulta conmovedor todavía recordar a ese Cendrars, con su cara de viejo pirata, autor de una especie de catársis personal a través de sus vívidos recuerdos, que le permite hacer frente a la noticia de la muerte en accidente de uno de sus hijos piloto de guerra poco después del fin de la guerra del 45, y cuyo recuerdo abre la obra, como una premonición del porvenir ("el futuro, una guasa, puro cine") que veía para cada generación, marcado por la guerra, que había señalado tan profundamente su vida, y la de tantos artistas como él, sobrevivientes o no a tanta locura sangrienta.

3 comentarios:

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Tendré en cuenta a este autor que desconocía. El vitalismo pesimista me recuerda a Malraux, aunque al parecer en éste había más fantasía, o exageración, que realidad.

Saludos.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Cháves Nogales hace un retrato despiadado de Malraux en su libro "A sangre y fuego", que también me atrevo a recomendarle. La lectura de Cendrars no deja, desde luego, indiferente.
Saludos.

Peru dijo...

Libro de lectura y relectura. De cabecera. Lo tengo editado por ArgosVergara y lo guardo como un tesoro que abro, leo y disfruto.
Gracias Se. Cendrars