MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

martes, 11 de octubre de 2011

ESTAMPAS SEVILLANAS (I)

Este pasado puente (el viernes era festivo en Cádiz) he estado con L. en Sevilla. La ciudad nunca deja de sorprender, y, a diferencia de Cádiz, es posible encontrar en ella ciudades ocultas o concéntricas, rebozadas en una esencia morosa que ni siquiera el turismo masivo puede destruir.

Cádiz, en cambio, como paraje expuesto a los vientos y al aliento salado del mar, carece casi de esas capas impermeables de tiempo apelmazado, y provoca una curiosa sensación de provisionalidad y ligereza, como de algo que no acaba de arraigar, pese a su milenaria historia. Así, la humedad y la herrumbre están ausentes de esa Sevilla reclinada sobre sí misma, que, en mis tiempos de estudiante allí me causaba la cierta angustia de lo impenetrable, de lo que no te acepta, y te desprecia de modo silente como perecedero.

8 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Muy bien visto, sí señor, no había reparado en que era así hasta que te he leído. Excelente entrada.

Un abrazo.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Muchas gracias, querido tocayo. Amo esa ciudad vuestra.
Un abrazo.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Sobre ese rasgo de Sevilla pensó también Manuel Halcón. Es muy certero lo que usted escribe.

Saludos.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Lo ignoraba, amigo del Retablo, muchas gracias por su sabia puntualización.
Cordiales saludos.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Muchas gracias, David C.

Joaquín dijo...

Me sumo, José Miguel, muy interesante este 'civismo comparado' o 'comparatismo cívico'. Por estos mismos motivos que apuntas, a un sevillano como es mi caso le resultan también muy atractiva Cádiz, en que la presencia luminosa, rumorosa y odorífera del mar es permanente. Pero asumo que te has olvidado de los húmedos inviernos a la orilla del Guadalquivir. Por no hablar de que cuando sopla levante en el estrecho, quienes parece que primero lo sufrimos somos los sevillanos, que nos ahogamos de calor...

Joaquín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
José Miguel Domínguez Leal dijo...

Pensaba más bien, amigo Joaquín, en ese clima gaditano tan severo con libros y muebles, del que me hablaba hace poco una compañera de origen aragonés, quien se quejaba de que se le habían echado a perder aquí libros que en su tierra se le habían conservado intactos durante décadas. Esa transitoriedad agresiva tiene en Cádiz ese sabor salado que ha empapado la ciudad. Evidentemente, yo a Sevilla en verano no estoy dispuesto a ir.
Un abrazo.