MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

domingo, 30 de junio de 2019

EL VIOLÍN DE INGRES




Ceri Richards



Este fin de junio termina en un día nublado y frío, mala antesala para el verano. La intensidad de trabajo se fue desprogramando ella sola, hasta reducirse al hábito de estar alerta, y el cerrar los oídos a los cantos de sirena de la burocracia compulsiva: todos los años la cosa finaliza con la amable amenaza de que se profundizará en la "evaluación por competencias" el curso siguiente, un engendro que evalúa procedimientos (como "aprender a aprender") en vez de conocimientos, y que si se queda como único sistema evaluación será el desastre definitivo para la escuela pública. Ha habido algunos encuentros con amigos y despedidas a las que se asiste con tristeza, y el aturdimiento de no sentirse más concernido, así como cuando ves correr una cucaracha en la cocina de un amigo, y no haces nada.

Reinaldo Arenas hablaba en su autobiografía de los poetas de Miami como un estrecho círculo local que se indignaba si no asistía a sus tertulias de mesa camilla, y que eran objeto del desprecio de escritores también exiliados de muchísimo más valor como Lydia Cabrera, que los llamaba "poetiesas". Este marco intelectual de casino decimonónico al estilo de La Regenta se da mucho en ciudades pequeñas, donde se jactan de tener a "su" pintor, a su poeta, a su artista. Incluso se riza el rizo de este adocenamiento si alguno de estos artistas, como el conocido pintor Ingres, desarrolla alguna segunda actividad artística, y se ve doblemente reconocido en su círculo a pesar de su carácter meramente amateur.

¿Qué traerás, verano? ¿me darás alguna tregua en mi angustia?, ¿relajarás ficticiamente mi percepción de la cotidianidad para lanzarme de nuevo en septiembre a una vorágine de actividad de olvido inmisericorde? Lapso iluso entre ciclo de repeticiones que no tienen más valor que el sobrevivirse a sí mismas.


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