Quizás el agotamiento sea otra forma de iluminación.
Vuelvo a casa con paso inseguro, y veo que nadie ha regado las plantas de la terraza, que parecen aguardarme en su atroz indiferencia.
Todos los días se han vuelto miércoles.
Todos los días se han vuelto miércoles.
Ya no quedan ni palabras, sólo la nostalgia inarticulada de lo que pudo ser, e ignoras.
La generosidad al enseñar va acompañada, en mi caso, de un creciente egoísmo respecto a lo que estoy dispuesto a soportar.
En este comienzo de curso encuentro curiosamente en la lista de entradas populares dos con las que cerraba mis dos últimos cursos. Parece como si el azar quisiera venir a darme ánimos.
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