En el pasado escribí algunos haikus, aunque más bien como divertimento. Yo, que estaba buscando entonces nuevos moldes métricos para mis composiciones, no me sentía cómodo con lo que se me antojaba una estructura demasiado sintética y rígida, más apta quizás para una lengua aglutinante como la japonesa que para una romance -aunque admiro sinceramente al que los escribe con arte-. Compuse, así, esta especie de haiku sui generis:
HAIKU DE PIE QUEBRADO
El fracaso que sientes
definitivo
es enemigo
de la costumbre.
La idea del fracaso me obsesionaba por aquel entonces, pues lo consideraba inherente a mi existencia. Por otro lado, era cada vez más consciente de la inutilidad y caducidad de los gestos pretendidamente definitivos en la vida, ese río inmisericorde y liberador, donde desgracias y dichas se solapan y sobrenadan. El fracaso y el éxito son relativos, pero yo entonces sufría enormemente por ello. Estaba en paro, o haciendo trabajos de escaso futuro y ganancia, y en mis ratos libres estudiaba francés, y redactaba mi tesis. Barruntaba que lo que estaba haciendo tenía cierta importancia, mas lo consideraba un logro casi póstumo, el cierre más o menos honroso de una vida fracasada. Puedo decir que fue esa perseverancia desesperada, que se nutría de una modestia pesarosa, la que me sacó de ese estado de cosas, y la que ha hecho que estos últimos 10 años de mi vida hayan estado infinitamente más llenos de vivencias que los 10 anteriores. ¿Algo que lamentar o de lo que arrepentirse? Sin duda, pero ya es inútil, el tiempo pasó, y confío en que Dios me guíe en todo lo bueno y malo que me ha de llegar.
4 comentarios:
"Enorgullécete de tu fracaso / que sugiere lo limpio de la empresa", escribe Agustín García Calvo en endecasílabos memorables. Me los ha recordado tu entrada. ¿Fracaso? ¿Éxito? Muchas veces un fracaso (exterior) se corresponde con un éxito (interior), o viceversa, no sé... La vida está llena de malentendidos, y el punto de vista nunca permanece fijo.
Un abrazo.
Extraño haiku, pero hermosa reflexión.
A mí también me dio por hundirme en las oscuras lagunas del fracaso... y he salido de allí.
Lo que más me ayuda es ser el objetivo de mi propio éxito. No pensar en éxitos y admiraciones ajenas a mí, sino en mirarme al espejo cada día y pensar que es un éxito seguir siendo yo mismo.
Un abrazo.
Pienso, Luis, que no hay nada definitivo en la vida, ni éxitos ni fracasos. Me recuerdas que quería dedicarle una entrada al maestro García Calvo.
Un abrazo.
Es cierto, amigo Opinador, que uno mismo debe ser la medida de su existencia, no los demás, aun en los casos en que uno se desviva por el prójimo. Haiku irreverente.
Un abrazo.
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