MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

viernes, 2 de junio de 2017

ROBINSONES




Esta mañana ha venido a buscarme un grupo de mis alumnos de 2º de Bachibac para hacerme un regalo. Era una foto enmarcada de la ceremonia de graduación en la que posábamos casi todos. Unos me abrazaban, dándome las gracias, y me emocionó su detalle. Atrás ha quedado un largo curso, en el que ellos y yo hemos arriesgado mucho; ellos, porque eran la primera promoción que se presentaban a la prueba para obtener el título Baccalauréat con el actual tema de estudio "Viajes y viajeros", y yo, porque me comprometía a prepararlos sin tener la más mínima idea de cómo sería el contenido del examen al que se presentarían (pues, por otra parte, la Junta de Andalucía se desentiende de ofrecer una formación adecuada a los profesores Bachibac -ayer me dijeron que en Torre Triana hay cuatro personas que se dedican exclusivamente al programa Bachibac; si esto es verdad, resulta verdaderamente escandaloso-). Por ello, el verano pasado me dediqué a leer las dos obras principales del programa, Vendredi ou les limbes du Pacifique de Michel Tournier, y Mon voyage en Amérique de Blaise Cendrars, así como otras tales como el Robinson Crusoe de Daniel Defoe en una traducción al francés, por la necesidad evidente y tan reveladora de conocer las fuentes, y Tristres Tropiques de Claude Lévi-Strauss, no sólo porque Tournier hubiera sido discípulo de éste, sino, sobre todo, por la dimensión más amplia de comprensión del tema del descubrimiento del Otro que yo precisaba, y que llena, sui generis, la novela de Tournier. Leí, asimismo, la escasísima bibliografía que existe en francés sobre la literatura de viajes que me era asequible; ese verano me trajo también el descubrimiento de una genial y reciente robinsonada como es Ce qu'il advint du Sauvage blanc de François Garde (02012), y que utilicé en el 2º trimestre como libro de lectura, para profundizar en ese tema de la Alteridad desde otros puntos de vista complementarios al de Tournier, demasiado marcado por el color de época de paso de los años 60 a los 70. Cendrars era, por otra parte, para mí un viejo y querido conocido desde mi lectura adolescente de La mano cortada, que volví a leer en esta ocasión en francés, así como L'homme foudroyé que leo en la actualidad.
Me devané los sesos para buscar el nexo común entre la solipsista utopía insular sesentera de Tournier y el diario de un dandy baudelaireniano de viaje voluntariamente solitario a Nueva York, y la hallé en la idea del viaje iniciático que, de diferentes maneras, aparece en ambas obras. Así, el viaje fallido del náufrago Robinson le lleva a iniciar un viaje interior caracterizado por múltiples y dolorosas pruebas en una primera lucha contra la tentación de la locura producto de la forzosa soledad, que le lleva a construir una sociedad para él solo según las reglas de la ética protestante precapitalista (como afirmaba el propio Tournier en alguna entrevista haciendo hermeneusis de sí mismo) descrita por Max Weber, y que variará definitivamente de rumbo ante la presencia avasalladora de Viernes, personaje de tesis construido como revulsivo antirracista y anticolonialista, que le ayudará a devenir un "ser solar", ingenioso y artificioso trasunto orientalizante de los Gemelos de la Ciudad solar del tarot; tal soledad será, por otra parte, la conditio sine qua non que el joven y aún imbuido de efluvios literarios decimonónicos Cendrars se impone para llegar a una catarsis aderezada por la contemplación de lo sublime de la naturaleza desatada que le conduce al pleno compromiso con su vocación artística.
En fin, todo esto queda a beneficio de inventario, y lo más importante es que espero haber servido de ayuda a mis alumnos en este curso, que, salvo una indeseada e indeseable sorpresa de última hora ajena a mi voluntad y que ha comprometido el carácter externo que deben tener estas pruebas, ha sido una muy grata experiencia para mí.

Hasta siempre, chicos y chicas, no os olvidaré.



Imagen: Winslow Homer

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