MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 20 de julio de 2013

PANTAGRUELISTAS


Iceulx fuyez, abhorrissez et haïssez autant que je foys, et vous trouverez bien, sur ma foy, et, si désirez estre bons Pantagruelistes (c'est à dire vivre en paix, joye, santé, faisant tousjours grande chère), ne vous fiez jamais en gens qui regardent par un petruys.

"Huid de tales [los monjes hipócritas], aborrecedlos, y odiadlos tanto como yo, lo que os reconfortará; y, si deseáis ser buenos pantagruelistas (esto es, vivir en paz, alegría, salud, regalándose siempre el paladar), no os fiéis nunca de gentes que miran por un agujero".

Así concluye el Pantagruel (1532) de Rabelais, libro anterior al Gargantúa (1534-35), aunque en las ediciones se lo presente como Deuxième livre por razones argumentales. En la historia de este linaje de gigantes prima, ciertamente, la demasía, y lo hiperbólico, en el que el gigantismo desborda en las funciones fisiológicas (que inspiró la teoría del realismo grotesco de Bajtin). Para un lector actual es chocante, al par que placentero, deslizarse en ese mundo inventado por el monje médico erudito humanista Rabelais, que ofrece tanto la carnalidad exagerada del mundo como la parodia de la erudición libresca (con sus irrisorios catálogos de libros) y las parodias bíblicas, a guisa de rebelión contra la "ignorante Sorbona", y el corro de teólogos que ahogaba al círculo de humanistas, que representa Erasmo de la forma más señera, en esa convulsa y aún no sujeta época pretridentina. Son, por así decirlo, más patentes aún en el Gargantúa los ideales erasmianos, como en la descripción del obrar del príncipe cristiano que es Grandgosier, padre de aquél, opuesto a la guerra y presto a la piedad y la comprensión a sus enemigos.
Ese humanismo que vive a pie de tierra, crítico, aunque no impío (también parcialmente presente en Folengo, quien se hace eco de la crítica erasmiana a las órdenes monásticas -no por casualidad aparece la obra del mantuano citado en el Pantagruel como De patria diabolorum, y el personaje de Panurgo está ligado al merliniano Cíngar y sus hazañas-), no rechaza el contacto con un mundo popular, que se infiltraba incluso con sus animales en las iglesias de la época, que no aparece ciertamente como tenebrosa. Sin duda, a la percepción de este cosmos literario plural ha perjudicado notablemente el Zeitgeist romántico, y su idealismo de cartón piedra, que permeó durablemente la sensibilidad literaria occidental, de modo que ha estorbado el acceso a obras de este tipo, y su verdadero disfrute desprejuiciado, al tiempo que respetuoso por una incomparable creación literaria, que desborda generosidad y creatividad, marcada por un insobornable amor a la vida, y a la palabra como aglutinante caleidoscópico del mundo.
Sería acaso deseable en estos tiempos ser pantagruelistas, amantes de la bonne chère -con la moderación que marca la salud-, de los libros y de la cultura, sin que tenga que suponer ello la renuncia al escrutinio de la verdad, contra el pesimismo y relativismo cultural y moral reinante, la infatuación literaria, la hipocresía, y la imposición socialdemócrata del "estilo de vida saludable".


Ilustración: Songes drolatiques de Pantagruel

Las citas provienen de Rabelais, Oeuvres complètes, Seuil, 1973.

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