MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

viernes, 30 de julio de 2010

'SOY UN GATO' DE NATSUME SOSEKI


Compré esta novela en la pasada feria del libro, y me ha estado acompañando durante este mes de julio que termina. Su autor, Natsume Soseki, pseudónimo literario de Natsume Kinnosuke (1867-1916), profesor de literatura inglesa, inició su carrera de éxitos literarios con esta novela, cuyo propio protagonista y narrador en primera persona, el gato anónimo mascota del huraño profesor Kushami -trasunto del mismo Soseki- la presenta como una "novela cómica por entregas". Efectivamente, fue publicada originariamente en una revista literaria (1905), y ya a la altura del capítulo segundo el protagonista se hace eco de su propio éxito. El gato sin nombre, aunque relata algunas peripecias específicamente gatunas, es, esencialmente, un espectador de lo que ocurre en la casa del profesor Kushami, "un reino de la paz", donde se reúnen "unos felices ermitaños". Estos términos antifrásticos se refieren tanto a la agitada vida doméstica en la que vive el gato (las discusiones entre el profesor y su mujer, las travesuras de sus hijas, los problemas cotidianos, la dispepsia del amo, su consecuente y sempiterno mal humor y falta de dominio de sí, etc.), como a los constantes visitantes de la casa, amigos del profesor, que se cuelan a horas intempestivas para mantener conversaciones extenuantes. De ahí que el cuerpo principal de la novela lo constituyan la "transcripción" de estos diálogos chispeantes y corales, que rozan en muchas ocasiones lo absurdo o surrealista. Personajes que entran y salen constantemente de escena, como si en vez de una casa se tratara de un teatro kabuki.
Los humanos de la novela son retratados por el gato de una manera corrosiva y despiadada, empezando por el propio profesor. Esa concepción pesimista de la naturaleza humana se va acentuando a lo largo de la novela y llega a un punto muerto a la altura del capítulo octavo, quizás el más flojo del libro, donde se roza el esperpento en la descripción física de los personajes. El libro recupera el tono a continuación, aunque no alcanza la frescura de los primeros capítulos, y percibo cierto cansancio creativo, que va de la mano de un desafecto hacia la suerte de los personajes, que concluye con la del propio gato.
Lo mejor del libro es, como digo, la brillante construcción de los diálogos donde los personajes despliegan su personalidad, a veces, arrolladora. El autor demuestra su doble erudición, occidental y oriental (son muy de agradecer, en este sentido, las oportunas notas a pie de página), riéndose, en muchas ocasiones de su condición de erudito aislado y desarraigado entre dos mundos, a través de las bizantinas discusiones de sus criaturas.
Mis conocimientos de la literatura japonesa son limitados. En mi juventud me sentía fascinado por la obra de Yukio Mishima, que leí con interés. No me ha sorprendido encontrar ciertas concomitancias de fondo, pienso que culturales, traducidas en cierta rigidez sentimental. Cuando el peso de la culpa pasa de la conciencia, como en nuestra cultura cristiana, a la esfera social como en el Japón tradicional, la vida se ve atrapada en una serie de formalismos insoslayables, donde la deuda puede adquirir una gravedad insoportable, sólo pagadera con la muerte. Condición que puede verse compensada, por otra parte, con el valor y clarividencia de mirar a la muerte de frente, algo cada vez más insólito en nuestras sociedades occidentales, donde la muerte resulta embarazosa y vergonzante. Mishima (y en ello radica parte de la fascinación que ejerció en Occidente, como señala Marguerite Yourcenar) intentó convertir su propia muerte en una obra de arte, y estuvo preparándola durante años, y el humilde gato sin nombre de la novela de Soseki da una hermosa lección de humanidad postrera, que muchos querríamos para nosotros mismos, en el momento de su muerte, ahogado en una tinaja de agua, cuando deja de luchar inútilmente contra lo inevitable, y empieza a dar gracias por la paz que espera alcanzar.
Un interesante libro, en suma, que nos traslada a una época -la era Meiji-, en la que el Japón comenzaba a pivotar entre tradición y modernidad, y de la que el gatuno Soseki -clarividente y distante también él- es espectador privilegiado.

cf. NATSUME SOSEKI, Soy un gato, trd. de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés, Impedimenta, Salamanca, 2010.

viernes, 23 de julio de 2010

PRODUCTO ANDALUZ


Soy un hombre amante del orden, aunque algunos me tildan de sabio distraído, y mi mujer de algo más pedestre. En mi trabajo de oficina me dedico a clasificar, ordenar, y archivar, y procuro llevar esa meticulosidad -sin éxito, no obstante- a mi vida diaria. Para mí esa armonía debe darse en los espacios de convivencia, y no soporto, por tanto, los sitios desordenados y abigarrados. Me espanta, por ejemplo, cuando mi mujer me manda a comprar algo a esas tiendas que la gente llama de los moros o de los chinos; éstas consisten en unos corredores que ríanse de los del laberinto del Minotauro, atestados de objetos inclasificados e... inclasificables, en muchas ocasiones. Lo que más me fastidia es que, preguntes por lo que preguntes, parecen tenerlo. "Sí, por ese pasillo a la derecha" te dice el buen señor que está sentado inmóvil en la entrada, rodeado de una miríada de objetos diversos. ¿Cómo puede saberlo? yo sigo sus indicaciones y me veo entre una multitud de cachivaches que parece que acaban de caerse del techo. Así que tengo que preguntar varias veces para que me precisen dónde se encuentra lo que busco, o darme por vencido.
También me disgustan los almacenes; me producen aprensión esas baldas llenas de hileras de latas superpuestas en equilibrio inestable, que parece que van a derrumbarse de un momento a otro sobre el almacenero, antiguo chicuco, de suerte que me mantengo siempre alejado a prudencial distancia del mostrador.
Para aliviarme de estos sinsabores visito cuando puedo el Corte Inglés, donde todo es orden y luminosidad, o algún supermercado de mi predilección. Recorriendo los pasillos del supermercado me reconcilio con la vida, al modo que Cioran lo hacía escuchando a Bach, y todo adquiere sentido. Me reconforta ese esfuerzo tan racional de organizar las estanterías con los productos relacionados, y de señalar con claridad meridiana su precio y características; y disfruto viendo trabajar a los reponedores, con cuya encargada hablo a menudo. En cuanto veo, por ejemplo, un producto cambiado de lugar por algún desaprensivo -y desagradecido- cliente, corro a comentárselo a ella, que siempre me recibe con una sonrisa inalterable.
Pero no todo es de color de rosa, y un día, al llegar al súper, me encontré con que habían cambiado la disposición de varias secciones. Azorado, fui a ver a la encargada, y ésta me miró de un modo un poco extraño cuando le dije si podía facilitarme un plano o croquis de la nueva estructura del súper; pero, casi de seguido, volvió a sonreír, y me invitó a descubrirla por mí mismo, animándome a hacerle las sugerencias que me parecieran oportunas, que serían valoradas en su justo valor al provenir de "un cliente tan poco habitual como Usted", me dijo. Desde esa fecha, visito siempre el súper armado de libreta y bolígrafo, y a veces les dejo alguna notita en Atención al cliente, que amablemente recogen.
Todo podía, pues, tener un pase, hasta que llegó aquel día aciago: paseaba por la sección de vinos, admirando la clasificación de las añadas, cuando vi algo que me paralizó. Yo ya estaba acostumbrado a las etiquetas de "Producto de Andalucía" colocadas sobre productos regionales, que suelen tener un precio más elevado del normal, pero que viene justificado por una calidad superior. Y hete aquí que me veo la dichosa etiqueta, con su precio correspondiente (29,15€) sobre unas botellas de... ¡Moët et Chandon! No, no podía ser, pero tampoco había posibilidad de equivocarse: estaba ahí, delante de mis ojos. No me era posible creer que se tratase de un error de los diligentes reponedores del súper ni de su harto competente encargada, sería algo demasiado obvio e inconcebible en unas personas en las que había llegado a depositar toda mi confianza. Debía de haber algo más, algo que se me escapaba.
Mi mente se puso a trabajar entonces a gran velocidad -empecé, incluso, a sudar-. Moët et Chandon es una renombradísima marca de champán -supuestamente- francés. Francia y Andalucía. Intersección. Guerra de la Independencia (1808-1814). Es sabido que los franceses, que traían presuntamente las Luces y la Razón, se dedicaron a robar todo lo que pudieron. Y si... mi imaginación me trasladó a una bodega jerezana, que estaba siendo desvalijada de sus toneles por una mesnada de franchutes; creí incluso oír los gritos desesperados del bodeguero: "¡Joé er ga(ba)chón!" Entonces... ¡ya está! los gabachos pudieron pensar que la exclamación del bodeguero era en realidad el nombre del ignoto vino espumoso que estaban robando, y como no saben pronunciar ni la 'j' ni la 'r' de ahí pudo salir lo de Moët et Chandon; sólo faltaba que algún "afrancesado" que trabajara en la bodega les explicara como se fabricaba el vino, y ahí tendríamos completa la operación de espionaje industrial. ¿Y lo de Dom Pérignon? ¿no tendrá que ver con nuestro Pericón (sí, el de Cádiz)? Quizás se trataba de un logro de la reivindicación de la Deuda Histórica, por la que tanto luchan nuestros probos políticos...
Fue mi mujer, que llegó a mi lado con el carrito de la compra, atestado, como siempre sin el menor orden ni concierto, la que me sacó de mi ensimismamiento: "¿Qué haces ahí parado? Si es así como ibas a ayudarme, habría sido mejor que te hubieras quedado en casa. Me cansa tener que repetir las cosas, sabes. Al menos no se te habrá olvidado la tarjeta de descuento del súper ¿no?".


martes, 20 de julio de 2010

LEVANTE


Huyen los pájaros hacia el oeste.

El pútrido viento calienta las horas,

y araña, y acecha la casa con plagas

de polvo insidioso, libélulas rotas,

y olores de podredumbre difusa

que heraldo son de invisibles langostas.

viernes, 16 de julio de 2010

JÓVENAS ESCLAVAS DEL LATÍN


Dña. Lourdes Pastor, presidenta del colectivo de Jóvenas (sic) Feministas, se ha declarado recientemente "esclava del latín", porque el castellano desciende de esa lengua "patriarcal". Este colectivo mantiene vínculos organizativos con la Plataforma Andaluza de Apoyo al Lobby Europeo de Mujeres, cuya presidenta, Dña. Rafaela Pastor, ha solicitado la admisión en el diccionario de la RAE de términos como "miembra" y "jóvena", afirmando que “el lenguaje está construido desde un sistema patriarcal y, por tanto, injusto y desequilibrado”. “Ya no se aguanta recurrir al razonamiento de que algo no es correcto gramaticalmente para negar un lenguaje no sexista apoyándose en los patrones que marcan lenguas clásicas como el latín”, afirmó Pastor. Según esta plataforma, el latín se forjó en una “época en la que las mujeres eran tratadas como esclavas y eran los hombres los que decidían y concentraban todo el poder”. Por ello, el latín “nos supone un lastre, ya que validamos nuestra sociedad mirando siempre a un pasado en el que no se ha tenido en cuenta a más de la mitad de la humanidad, que somos las mujeres". La Sra. Pastor concluye diciendo que “si tenemos que destrozar el lenguaje para que tengamos espacios de igualdad se deberá hacer”.
La Sra. Pastor también atribuye su parte de culpa a la RAE, que también discrimina al sexo femenino, porque sólo tres de sus 43 componentes son mujeres, cuando lo cierto es que «las hay de sobra para ocupar todos los sillones», aunque ello conlleve que no haya ningún representante masculino en la noble institución. Evitar el lenguaje sexista es el primer paso para paliar la violencia de género.La Sra. Pastor pidió que la Ley de Igualdad prevea sanciones para quienes no empleen un lenguaje no paritario, y «a través de inspecciones que multen las actuaciones que no se atengan a la Ley, de la misma manera que se sanciona a los coches mal aparcados», sentenció.
(Fuentes: ABC, santino.blogia.com).

Imagino que este asunto puede tomarse a broma o en serio, pero creo que en ningún caso debe pasarse por alto (He leído, asimismo, un artículo del Sr. Pérez-Reverte sobre el tema, pero su tono atrabiliario e insultante son las erizadas ramas que no ocultan ningún bosque intelectual). Como lingüista pueden interesarme, en primer lugar, alguna de las supersticiones que pueblan las declaraciones de estas "lideresas" feministas -como ellas mismas quieren llamarse. La primera es la visión de la lengua como un ser vivo, que, puede ser, por tanto, patriarcal, feminista, pansexual, o lo que se quiera. La lengua es un instrumento de comunicación, y, sólo secundariamente refleja como un espejo las pautas socio-ideológicas de la comunidad de hablantes en cuyo seno fluye. El latín no será más "patriarcal" o menos que otras lenguas, vehículos de un pensamiento de ese tenor o de su contrario. Así, si las Sras. Pastor tuvieran la suficiente cultura clásica para, digamos, leer en latín, por ejemplo, El segundo sexo de Simone de Beauvoir (y suponiendo que alguien hubiera estado previamente lo suficientemente loco y/u ocioso para traducirlo), se sorprenderían de la ductilidad expresiva de ese presunto "lastre" que es el latín (y uno que creía que el Legislador Pedagógico había arrumbado con la LOGSE-LOE el estudio de las lenguas clásicas por desprecio al humanismo -burgués, ya se sabe-. ¡Qué injusto he sido! Quería luchar contra la carcundia sexista...)
La segunda superstición tiene que ver con la primitiva concepción mágica del lenguaje, que atribuía un carácter sobrenatural a las palabras, pues éstas no serían signos convencionales, sino que tendrían algún tipo de ligazón extranormal con la entidad representada (de ahí, por ejemplo, los nombres secretos de las divinidades, sólo usables en determinados contextos y situaciones). Afirmar, entonces, que la eliminación del "lenguaje sexista" -otra vez se le atribuye una intencionalidad al lenguaje que no tiene intrínsicamente- es el primer paso para acabar con la "violencia de género" es de una ingenuidad tal -permítaseme el eufemismo- que haría ruborizar a un primitivo chamán.
Hay, no obstante, una concepción lingüística en que estas señoras aciertan sin saberlo, y es la de la Weltanschauung o "cosmovisión" implícita en cada lengua. Viene a significar esto que no es la realidad la que determina el lenguaje, sino el lenguaje a la realidad (contamos con el clásico ejemplo de la lengua de los esquimales, que contiene gran número de términos para definir el color blanco y sus gradaciones, frente al término unívoco de la mayor parte de idiomas, y que hace que veamos un solo "blanco" donde los esquimales pueden designar varios distintos). Lo negativo es que estas sras. quieren violentar el lenguaje, imponiéndole e imponiéndonos a todos su visión ideológica de una forma violenta y coercitiva si es necesario. Qué distinto este feminismo "de género" del otro feminismo de igualdad que luchaba contra la discriminación real de las mujeres allá por los años 60.
Cuando la ignorancia se une a la osadía (que se siente apoyada -y subvencionada- desde el poder) puede provocar grandes tragedias y sufrimientos. No puedo evitar recordar el pasaje de 1984 de Orwell donde el protagonista hablaba con un redactor del diccionario de la 'neolengua', y éste le confesaba su voluntad última de empobrecer y reducir el lenguaje a su mínima expresión. La tentación totalitaria de la que hablaba J-F Revel ha encontrado en este prurito antisexista, ininteligente, sectario y estúpido un nuevo caballo de batalla, que quiere someternos al chantaje de que lucha contra la discriminación de las mujeres -y forzar así a la autocensura vergonzante del "disidente"-. Nada más lejos de la realidad. Este mismo Lobby ha comparado la prenda musulmana del burka con la regla de las órdenes religiosas femeninas de que sus componentes no muestren el pelo (¡como si no fuera voluntario -y complejo- ingresar en una orden religiosa!).
El multiculturalismo es la palanga en la que much@s se lavan las manos de la sangre de las lapidadas, las asesinadas "por honor" y las discriminadas, en general, por su sexo en sociedades que sí que cuentan con toda su simpatía "de género".
Pienso, finalmente, que ésta si que es una batalla que merece ser librada, pues se hace en el terreno de las ideas, y en el seno de una sociedad cada vez más acrítica y adocenada.






viernes, 9 de julio de 2010

BANDERAS Y BANDERÍAS


Estos días lucen alegres los balcones de banderas españolas por doquier; y hay quien incluso afirma que las victorias de la selección nacional crearán más sentimiento de unidad (Por cierto, no veo por ninguna parte banderas republicanas; en este caso los símbolos me parecen que lo son también de lo que no representan). Pero pienso que una semana después de que acabe este circo, el que mantenga la banderita en el balcón será llamado indefectiblemente "facha". 'Facha, caca, culo, pedo, pis' es el argumentario intelectual típico de la izquierda iletrada para descalificar al señalado como Enemigo (que es cualquiera que no comparta sus postulados), y condenarlo al progrom de la ignominia. Este discurso, alimentado ahora con Memoria Histórica, sigue impidiendo que en este país exista una democracia madura, que no vea la alternancia política como una excepcionalidad inadmisible si no cae en manos de la izquierda "progresista". Nada más lejos esto de una izquierda culta y liberal, que existe, pero que, desgraciadamente, no es la que nos gobierna.
La dictadura franquista se apropió demagógicamente de los símbolos nacionales y de la historia de la nación. La izquierda postfranquista que se ha hecho con el poder, condenó implícitamente, junto con el conjunto del régimen anterior, esa misma idea de nación española como parte de ese pasado franquista (¡como si España la hubiera inventado Franco!), lo que le ha permitido aliarse, casi naturalmente, con los nacionalismos etnicistas de vocación totalitaria (Aunque la derecha ha jugado al mismo juego: el Sr. Aznar, por ejemplo, en vez de protestar por la sentencia del Estatuto Catalán, debería reflexionar en que, cuando tuvo mayoría absoluta no hizo absolutamente nada para alterar ese marco de dependencia de los partidos nacionalistas, y prefirió seguir incubando ese huevo de la serpiente -de madre etarra, la indigna vigilante de nuestro devenir democrático-, que ha eclosionado con fuerza después de 2004 -nada bueno podía salir del 11-M, que ha tenido un efecto centrifugador de todos los vicios ocultos de la llamada Transición-). Los dos partidos, en fin, que rigen nuestra Partitocracia han considerado conveniente mantener este statu quo liberticida (los dos se aliaron para acabar con la independencia del poder judicial), aunque el que realmente lo aprovecha es el Partido de Izquierda (léase Bien, Solidaridad, Democracia, Igualdad, y toda la terminología orweliana que han resucitado para siniestra caricatura de sí mismos), que se siente -falsamente- hiperlegitimizado para ejercer el poder in aeternum.
Leí hace algunos años un artículo de un Catedrático de Derecho Constitucional en el que decía que en el futuro se diría que la Constitución del 78 dejó de estar en vigor el día que se aprobó el nuevo Estatuto de Cataluña. Algo parece que ha cambiado, en efecto, de modo irreversible, a pesar de toda la jerga legal de la sentencia. El patriotismo constitucional que nace en 1812 sentaba las bases -todo lo imperfectamente que se quiera- de la igualdad jurídica de los ciudadanos españoles ante la ley dentro del marco de la Nación Española. Casi dos siglos después nuestros "progresistas" gobernantes han cambiado eso -sin consultar al pueblo soberano- no por un sistema federal, o confederal, que estaría en el terreno de lo opinable, sino, como ha dicho alguien, por un no-sistema caracterizado por la rapiña y el reparto al mejor postor electoral del pastel del Estado. Una vuelta a un sistema feudal de desigualdades (ahí ha estado como modelo, por ejemplo, el cupo vasco, en comparación del cual lo del PER es un broma). Este cambio de régimen lo pagarán los ciudadanos españoles en forma de crecientes parcelas de libertad, igualdad, y prosperidad.

P.D.: Leo que un joven gaditano ha sido apuñalado en Pamplona por un proetarra al llevar una camiseta de la selección española (aunque, desgraciadamente, no hay que irse hasta Pamplona para encontrar proetarras, y en todas partes son iguales: fanáticos, sectarios, ignorantes, cobardes, manipuladores, y cómplices gustosos de cualquier criminal terrorista o dictador, eso sí, siempre que sea de "izquierdas").

martes, 6 de julio de 2010

BACK IN BLOG


Ayer salimos mi compañera y yo del hospital, aunque no fue fácil, como véis. La verdad es que nos han tratado muy bien, no hubo problemas con la operación, y la convalecencia de mi pareja parece que va a ser menos ardua de lo que se temía. Su habitación estaba al lado de la maternidad, y daba gusto ver a los bebés, que traían y llevaban en una especie de carrito, todo arrugaditos e indefensos. Los hospitales no deben ser tan lúgubres (aunque sean a menudo antesalas de la muerte), si la vida se enreda como hiedra entre los pasillos en forma de llanto de niños, y de sonrisas de bellas enfermeras que demuestran una preocupación real por los enfermos. Muchas gracias a ellas, al Dr. Julio Sancho, y a todos vosotros, amigos, que habéis demostrado interés aquí por nosotros.



He vuelto, digo, para quedarme. Como para mí el blog no es un trabajo, no me tomaré vacaciones blogueras, y seguiré "abierto por vacaciones", como ha hecho mi tocayo Ridao (¡Cualquiera le cierra el blog!). Intentaré ponerme al día de vuestras entradas. Nos leemos.



Parece que hay mar de fondo en Radio Clásica: José Luis Pérez de Arteaga ha recuperado la antigua duración de su programa, y de la despedida de algunos programas que vinieron con Fernando Palacios deduzco que ya no se oirán en septiembre. Confiemos en la nueva directora.